Sánchez vuelve a enredar

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

CESAR QUIAN

09 oct 2017 . Actualizado a las 08:33 h.

Creía que Pedro Sánchez se había curado de su vocación de enredar y buscar atajos para llegar a la Moncloa. Pero parece que no. Ni siquiera el alboroto catalán ha impedido que vuelva a las andadas y busque posiciones que condicionen u obstaculicen la acción del PP y lo sitúen a él como la alternativa. Un mal rollo que salta a la vista. 

Por si faltaba alguna luz, su portavoz parlamentaria, Margarita Robles, se ha apresurado a anunciar que interpelará a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para que dé cuentas de la fallida «operación diálogo» que pilota y sobre las cargas policiales del 1-O, para buscar, por esta vía, su reprobación por el Congreso. ¿Se pueden seguir sendas más erráticas, absurdas e inapropiadas en este momento?

Si Sánchez busca llegar a la Moncloa por estos viejos y tortuosos caminos, debiera revisar el fracaso de otras brillantes jugadas que protagonizó en el pasado, cuando también buscaba desesperadamente la presidencia del Gobierno (quizá porque en realidad nunca ha buscado otra cosa en la política). Una verdadera lástima. Porque en este momento el PP, el PSOE y Ciudadanos debieran de saber que no toca disputarse los votos entre ellos. Tiempo habrá para hacerlo, pero deberá ser cuando no tengamos un lío como el catalán en marcha, que requiere toda nuestra atención y el mayor acuerdo posible entre las fuerzas constitucionales. Lo primero y urgente es esto. Sánchez lo sabe.

Creía que el tránsito por el desierto había curado al secretario general del PSOE de sus veleidosas tentaciones, pero ya no estoy seguro. Quiero creer que ha aprendido alguna de esas lecciones que propina la vida y en particular, en su caso, que nunca se equivoca el que aprende de sus caídas. Pero él ¿ha aprendido algo? Sinceramente, creo que sí. Porque sospecho que ahora ya sabe que quizá solo hay una persona que puede impedirle llegar arriba: la misma persona que lo mira cada mañana cuando se asoma al espejo.

Si no ha aprendido esto y vuelve a los comportamientos del pasado, será natural que todo vuelva a repetirse. Lo cierto es que ahora necesitamos un secretario general del PSOE sólido y generoso, con sus ambiciones orientadas al servicio público. Él nos dirá.