125 años de socialismo ovetense

OPINIÓN

24 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El 28 de febrero de 1892 se constituyó la Agrupación Socialista de Oviedo, al calor de la visita de Pablo Iglesias a la ciudad y de su intervención en el antiguo teatro del Fontán, lugar en el que hoy se yergue la Biblioteca Pérez de Ayala. Desde entonces, la Agrupación local del PSOE ha formado parte de la vida de nuestra ciudad, con episodios de gran significación en la crónica pública y en acontecimientos que trascendieron los límites del municipio, en el torrente del tiempo que recoge todos los afluentes, también los que provienen de la pequeña historia. El bagaje del socialismo ovetense se aprecia en la participación en la actividad del Ayuntamiento de sus decenas de concejales y de sus tres alcaldes (Lorenzo López Mulero, Antonio Masip y Wenceslao López), y también en la aportación que personas vinculadas a la Agrupación local han tenido en distintos momentos cruciales de la historia de Asturias y de España, destacando figuras como Teodomiro Menéndez, Diputado y mano derecha de Indalecio Prieto en sus responsabilidades ministeriales en la República; o Rafael Fernández, cuya vida política enlaza la República, la restauración democrática y las instituciones de autogobierno, ya fuese la experiencia de emergencia del Consejo de Asturias y León en época de guerra, o el Consejo Regional y el primer Gobierno del Principado de Asturias en la etapa autonómica.

Prácticamente desde el inicio de su recorrido, el socialismo local tuvo entre sus singularidades recoger con fidelidad el espíritu que resume su emblema histórico, que reúne en un único símbolo el yunque, el tintero, la pluma y el libro. En efecto, el socialismo ovetense se nutrió históricamente de la fuerza obrera proveniente de talleres e industria implantada en el municipio (especialmente de las fábricas de armas de Trubia y La Vega, pero no sólo) y de la militancia de personas del ámbito profesional, administrativo y académico. Los rasgos de la ciudad universitaria y de servicios, combinados con una presencia destacada de algunas actividades fabriles, tuvieron su reflejo en la composición de la clase trabajadora del municipio e, igualmente, en el socialismo local y en su proyección política e ideológica, con una pluralidad no siempre exenta de complejidad y controversia.

Sin perder de vista los orígenes, la realidad de la clase trabajadora a la que el socialismo se debe y cuyos intereses políticos se aspira a representar, se ha modificado sustancialmente. También el contexto socioeconómico de nuestra Comunidad ha experimentado modificaciones extraordinarias en las últimas décadas, integrando a nuestra ciudad y al conjunto de Asturias en una economía abierta y global, pero evidenciando las muchas debilidades de un músculo productivo sin la robustez suficiente, con una tasa de actividad baja y con los efectos de las reconversiones y las crisis no enteramente superados. Vivimos en la era del precariado, del paro endémico y de la pobreza laboral, pero también en una etapa de emprendimiento, de interacción cultural (con la ciudad bien lejos ya de su estigma provinciano y elitista), de superación de muchas barreras geográficas y económicas, en la que se puede tener un pie en Oviedo y otro en el resto del mundo. En el ámbito municipal, se vuelven los ojos a la recuperación de lo público, a la cohesión social y urbana y al reequilibrio tras los excesos de un periodo de gobierno conservador demasiado prolongado (24 años seguidos, 16 de ellos con mayoría absoluta) y demasiado personalista (nucleado en las formas -y vicios- del gabinismo). El perfil del socialismo local está en trance de adaptación a esta realidad de la que forma parte, para ser un actor político más eficaz y cohesionado, que enlace generaciones para continuar participando en la historia de nuestra ciudad, en un momento en el que, además, se gestan alteraciones del tejido urbano (El Cristo-Buenavista y La Vega como principales exponentes) determinantes para el futuro.

La continuidad histórica de la socialdemocracia, en Oviedo como en Europa, pese a los distintos avatares y a etapas más discretas -en las que la supervivencia en un entorno dictatorial ya resultaba heroica- es una de las características de la construcción de las sociedades democráticas de nuestros días. Ningún Partido ni ninguna corriente política han tenido la capacidad evolutiva y la aptitud para interpretar cada tiempo del PSOE, manteniendo los objetivos primigenios de justicia social y profundización democrática. No obstante, esta trayectoria no asegura por sí sola la pervivencia futura y, sobre todo, no puede disminuir la vocación de transformación social en tiempos de cambio tan vertiginoso e inquietante como el que vivimos, en los que muchas conquistas que considerábamos consolidadas demuestran su fragilidad y en los que las revoluciones productivas en curso y la metamorfosis social pareja apenas dejan tiempo para detenerse a reflexionar. Oviedo, aun en esta esquina de Europa, no deja de ser parte de este proceso y del éxito de los cambios que afronta el socialismo local dependerá su disposición para ser relevante en el futuro de la ciudad. Un aniversario tan especial como el que se conmemora, que ninguna otra fuerza política iguala ni de lejos, es un buen momento para tenerlo presente.