Los mercados votan con los pies

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

02 nov 2017 . Actualizado a las 07:39 h.

El traslado de la sede social de un importante número de empresas catalanas a otros puntos de España es, en mi opinión, una forma de ejercer su derecho a decidir: votando con los pies. Porque el capital, y los capitalistas en un mundo cada vez más global, no tendrá patria pero tiene mercados. Me explico.

En la medida en que una empresa se juegue la mayor parte de su facturación fuera de Cataluña, ya que es el caso que estos días se plantea, ante un eventual elección entre las preferencias de sus clientes dentro Cataluña y fuera de ella (singularmente en el resto de España), es obvio que evaluará donde se puede perder más volumen de negocio. Y lo cierto es que para el conjunto de la economía catalana las cifras agregadas para el 2016 son que su saldo comercial positivo dentro de España supera al que tiene fuera y que ambos saldos son determinantes para su bienestar económico. De manera que las empresas que han trasladado su sede han votado con los pies en favor de priorizar la conservación de sus clientes fuera de Cataluña y singularmente en el resto de España.

O, dicho de otra manera, que ante el riesgo de que una independencia efectiva provoque la salida de Cataluña de la UE se asumen riesgos en el mercado interno catalán, pero no los quieren en el resto de España, en primer lugar, y tampoco en el resto de la UE. No tanto por el boicot de clientes muy patriotas (de un lado u otro de la eventual frontera) sino para no quedar fuera de esos mercados.

Más de lo mismo sucede con las empresas financieras catalanas que han votado con los pies. En este caso, a las razones de clientela y origen de los depósitos, que son mayoritarios para ellos en el resto de España, primando mantener estos en la confianza de no perder mucho en el mercado interno catalán, se ha sumado el riesgo de quedar fuera del euro y de la cobertura del BCE para garantizar sus depósitos.

Salir del mercado unido de la UE y salir de la eurozona bancaria se convierten así en dos factores clave de disciplina externa para frenar cualquier hipótesis secesionista dentro de España. Vértigo externo que, ante una eventual salida de la eurozona, ya experimentaron en su día los griegos. Es así como la unidad de España está, de momento, muy reforzada por el euro y el mercado único. Dos asuntos que no rigen para el Reino Unido.

No me resisto a hacer dos consideraciones finales. La primera que a los consumidores bien nos vendría actuar con estas cautelas territoriales cuando decidimos comprar no pocos productos de dudoso origen laboral y fiscal. No solo de multinacionales que producen a costes, que luego se nos imponen aquí, que nada tienen que ver con los precios que pagamos (por ejemplo un super móvil) sino cuando, además, declaran sus ingresos o beneficios en islas y paraísos fiscales. Los consumidores deberíamos votar con los pies… y no solo dentro de España.