En manos de quién estamos

OPINIÓN

17 nov 2017 . Actualizado a las 07:35 h.

La respuesta, es simple y sencilla: En manos del Sr. Montoro.

En estos momentos, 10 de la mañana de noviembre de 2017 y sesión de control semanal al Gobierno.

Es el turno de la Diputada del Partido Socialista. Interpela al Ministro de Hacienda, increpándole directamente: «Usted pasará a la historia como el inquisidor y opresor de los ayuntamientos». Ellos, llevan los años de su mandato cumpliendo con sus obligaciones de gastos y con superávit en sus cuentas que usted les impide invertir en aquello que iba en sus programas y que revierte directamente en el bienestar social de sus votantes, esto es de sus ciudadanos.

Claro. Con ese monto, usted tapa los huecos inmensos que dejaron en su día los bancos. Encala  las grietas que la gestión del gobierno resquebrajó por otro tipo de aventuras que siempre favorecían a intereses particulares: «llámense empresas de amiguitos».

Y, mientras, los ayuntamientos languidecen en sus beneficios y se sienten indefensos para el ejercicio de su FUNCIÓN SOCIAL, principal objetivo en el ordenamiento administrativo municipal.

El Sr. Ministro, o sea usted Sr. Montoro, continuaba con sus argumentos de partido, de prepotencia de poder central, de barrer para casa.

La respuesta obedecía a un doble objetivo:

Uno: recaudar dinero, aunque se le sustraiga a los más débiles.

Dos: dar una estocada bajo-trapera. Los ayuntamientos tienen mucho poder de convocatoria electoral. El PP, no tiene presencia mayoritaria en los ayuntamientos de las grandes ciudades. La gran cesta de los votos se vehicula a través de los municipios y, éstos están en su inmensa mayoría gobernados por la Oposición.

Y, ahí es donde le duele a usted, Sr. Montoro y, por tanto, a su partido.

Ahí, y no en otro sitio está la respuesta a su actitud chulesca y arbitrario comportamiento fiscal con los municipios españoles.

Sr. Montoro, no engaña. No nos trate como a unos tontos. Guárdese su sonrisa de pícaro ratón para otras escenificaciones y aplíquese a su trabajo que para eso le pagamos.

Sr. Montoro, no hace falta ser licenciado en Hacienda pública para descubrir sus tretas y poder denunciar su acción política desde la máxima altura del Poder Central.

Sr. Montoro, deje por unos años, insisto, esa sonrisa de pato Donald y retírese a disfrutar del mar verde del olivar de su Andalucía natal.

Sr. Montoro,  ¡basta ya!

¿En manos de quién estamos?

Ciudadano de a pie, con tu voto y el mío lo podemos cambiar.