Cataluña, estrategias de largo plazo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

JAVIER BARBANCHO | reuters

17 nov 2017 . Actualizado a las 07:34 h.

Informa el diario digital Voz Populi de que Oriol Junqueras dice en privado que la independencia de Cataluña tiene que esperar 15 años. Este cronista ha escrito aquí que el gran error de los independentistas ha sido adelantarse: si hubiesen esperado 10 años, tal como va el ritmo de adhesión, de errores del Estado y de separatistas formados en las escuelas, tendrían la mayoría social que ahora Tardá descubre que no tienen. O sea, que hay una coincidencia de análisis entre Junqueras y un servidor. Lo malo es que Junqueras mantiene la bandera de la república catalana, solo la aplaza, y eso es malo para la economía: 15 años de incertidumbre no animan a volver a Cataluña a ninguna de las empresas que se marcharon.

El plazo de los 15 años nos ayuda a entender otra decisión: la de designar a su número dos, Marta Rovira, como sucesora y, si fuese la lista más votada que anuncian las encuestas, próxima presidenta de la Generalitat. Junqueras quiere ser el sucesor del sucesor. Bueno, de la sucesora. Él siempre dijo que no aspiraba a ser presidente de una comunidad autónoma, sino jefe del Estado catalán… si para entonces ha salido de la cárcel, que los delitos atribuidos pueden llegar a los 30 años.

Todo esto, naturalmente, es pura especulación. Pero no lo es tanto si se observa el ambiente: todo lo que están diciendo los autocríticos se puede traducir en que se ha enterrado la declaración unilateral, conjurada como imposible, pero no la preparación del camino a la independencia. Y, si no hay posibilidad de DUI, ni siquiera de un referendo pactado mientras gobierne Rajoy, la estrategia se centrará en lograr la mayoría social: superar como sea la barrera del 50 por ciento de ciudadanos que votan a independentistas o se confiesan como tales en las encuestas. A eso se van a dedicar, comenzando por la formación en la escuela.

Entramos, pues, en una pausa para tomar impulso. Por establecer una comparación injusta y, por tanto, odiosa, es como las treguas de ETA. ¿Y qué hacía el Estado cuando ETA paraba? Prepararse para el retorno. Diez o quince años, los que sean, es el mismo plazo para un secesionista que para el Estado. El peligro es que el Estado se conforme y se duerma en los laureles de la victoria conseguida hasta el momento. De hecho, Rajoy está feliz, «en el mejor momento de su vida», le dijo a Carlos Herrera. Cuidado con tanta felicidad. Si el independentismo trabaja para lograr su meta, el Estado no puede ir a remolque, como ha ido hasta el 155. Ya va siendo hora de que tome la iniciativa y recupere presencia en Cataluña. Si el independentismo pasó del 20 al 48 por ciento actual, es porque el Estado fue el gran ausente de la vida y el territorio catalanes.