De la posverdad

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

25 nov 2017 . Actualizado a las 09:26 h.

Nos están invadiendo con falsas verdades, con instrumentos falaces al servicio de la verdad emocional y de la mentira reiterada hasta ser asumida por la mayoría. No es un arma a disposición de la clase dominante y, según el diccionario Oxford, es un poderoso y descontrolado recurso «de los súbditos». Son las fake news, las mentiras disfrazadas, las noticias disfrazadas que corren desbocadas por las redes sociales amparándose en nombres de personas inexistentes, cobijándose, embozándose, en informaciones confusas, respondiendo con insultos a las opiniones que no son del agrado de las personas que actúan desde las terminales mediáticas de los movimientos antisistema, que se mueven con agilidad sorprendente por el enmarañado mundo de las redes y su acogida en Internet. Némine discrepante, que nadie disienta, que lo acusamos de fascista, de reaccionario, conmigo o contra mí, Las hordas siniestras se sienten agredidas por el ejercicio de opinadores y columnistas ejerciendo el derecho legítimo, casi sagrado, de la libertad de expresión. Rufianescas. Un artículo firmado por mi en este diario, cuestionando el comportamiento bufonesco de un diputado al Congreso, y representante por tanto de los españoles, fue inmediatamente contestado por anónimos y disciplinados sujetos que de forma unánime y utilizando idénticos adjetivos, volcaron su agresión coordinada sistemáticamente en el Facebook de este columnista. Las fake news, que utilizan ingentes recursos dialécticos, y oscuros y disciplinados militantes de todas las disidencias, ensayaron con éxito el sistema en el triunfo británico del brexit y en las elecciones norteamericanas apoyando el triunfo de Trump. Es el ejército de la guerrilla informativa, emboscados en servidores informáticos remotos, que ensayaron durante el procés catalán la factoría de mentiras que convierten desde la manipulación más evidente, en la posverdad. Y las buenas gentes asumen, compran su eficacia, como las manifestaciones tendenciosas y falaces de la señora Rovira, que asegura que por distintas fuentes, eso sí sin precisar, le anunciaron que después de la declaración de independencia de Cataluña iba a haber muertos e intervendría el ejército. La difamación y el engaño salta de las redes sociales a las radios y a los periódicos, en un ejercicio mendaz que sale gratis. Estamos indefensos ante esta oleada salvaje de falacias basadas en mentiras sistemáticas. Los cachorros, los palmeros, los groupies de la izquierda radical, se aproximan, algunos como voluntaristas compañeros de viaje, a lo que antes se llamaban bases revolucionarias. Se ha iniciado, acaso consolidado, la era de la posverdad. Estamos indefensos.