Algo pasa con Culo Blanco

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez NO PARA CUALQUIERA

OPINIÓN

26 nov 2017 . Actualizado a las 09:46 h.

Pudiera ser que en la batalla propagandística que vivimos desde el comienzo de octubre a cuenta del procés catalán hayan intervenido interferencias foráneas con el propósito de difundir el caos, puede ser. En todo caso, resulta un tema menor al lado de una cuestión que se hizo más que relevante en el debate ante la opinión pública internacional (y es muy importante) en la cobertura de los sucesos en la prensa extranjera: los vínculos (imaginados o reales) del estado presente con la dictadura franquista. Tan importante fue, que acumuló múltiples quejas y cruces de artículos en varios diarios de cabecera de los medios anglosajones. No es ninguna cuestión baladí, y sin embargo se aborda con un descuido casi cómplice.

Esta semana, el Tribunal Supremo suspendió cautelarmente la entrada en prisión de los condenados por el asalto al centro cultural Blanquerna en 2013. Los ultras, con lazos más que evidentes con partidos de extrema derecha y nostálgicos del Franquismo, interrumpieron a golpes una charla, destrozaron el mobiliario y cometieron agresiones mientras lanzaban gas pimienta a los asistentes antes de huir con los rostros cubiertos. No me imagino ninguna suspensión cautelar como esta, ninguna demora como las que se han visto (han pasado 4 años ya), tantas trabas, tanta milonga con ninguna otra ideología que no sea el nacionalcatolicismo. Ninguna. El Supremo ha dicho que intentará dictar sentencia con la «mayor brevedad posible» pero cada minuto que pasa, cada hora, cada día, cada semana, se hace más sangrante el abismo de impunidad y la falta de equidad en la administración de la Justicia. Han pasado ya más días en la cárcel, siendo intervenidas sus comunicaciones con familiares, estando aislados, unos titiriteros detenidos por una pancarta de risa en una obra de marionetas, que un grupo de fascistas muy violentos que ocasionaron daños tangibles a personas y propiedades.

También este semana, un juzgado de Madrid paralizó (también cautelarmente, aquí todo es con suma cautela) el cambio de nombre de la calle de los Caídos de la División Azul en la capital bajo el argumento de que puede afectar al correo, tal que así. También en Oviedo cuando se anunció un cambio de calles se montó un drama similar convenientemente jaleado por herederos del Movimiento. Ya no hay medallón de Franco en la Plaza de España de Oviedo y ¿cuál ha sido la consecuencia? Simplemente que ya no se celebran allí, como era costumbre, homenajes públicos al dictador. Oviedo hoy es mejor por eso.

No importan tanto los supuestos hackers rusos que pudiera haber como los ultras que aún pueblan entre nosotros. Pero peor que ellos son todos lo que no siendo ultras, sino señores de orden y de bien, que se dicen moderados y defensores de la ley, se pasan por el arco del triunfo la legalidad cuando la norma se llama de Memoria Histórica, y que siempre tienen una excusa para no tomarse en serio la cuestión, para retrasar el rechazo a la dictadura, para decir que quien busque a sus muertos en las cunetas es porque quiere una subvención o abrir viejas heridas. Lo peor del fascismo, y entiéndase bien lo que digo, no son sus terribles matanzas sino que pudieran hacerse con la aquiescencia de los vecinos, de la gente que iba a comprar el pan y enviar cartas al buzón, haciendo su vida normal, mientras se masacraba a gente con técnicas industriales. La responsabilidad de que no se pueda identificar más a España con la dictadura le corresponde sobre todo a quienes se identifican como de centro o centro derecha pero son incapaces de una puñetera vez de abjurar con contundencia de la dictadura. Con esa gente no hacen falta hackers foráneos que nos desestabilicen, se sobran y bastan ellos solos.