El nuevo antifascismo (catalán)

OPINIÓN

04 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En uno de los 365 días de sus 23 años los fascistas cogieron en Oviedo al padre de mi padre, lo trasladaron a Cangas del Narcea con otros en una camioneta y lo fusilaron en el cementerio, al lado de una fosa, a la que arrojaron su cuerpo (todos los cuerpos agujereados) y la taparon con tierra, como poco después hicieron los nazis con sus víctimas, pero a lo grande, en un proceso industrial gigantesco y preciso, muy alemán.

Hoy, mi abuelo no sería etiquetado como ‘rojo’, sino como «fascista», según la teoría política que se enseña en las científicamente rigurosas redes sociales, medios de comunicación, aulas escolares y cátedras de la CUP, Puigdemont, Marta Rovira, Ada Colau y Pablo Iglesias. Dicen que fue Churchill quien dijo que los fascistas del futuro se presentarán como antifascistas. No sé si adscribir esta máxima al estadista británico, porque se le adjudican demasiadas y algunas no son de él. No obstante, el autor lo clavó. Lo vemos a lo largo y a lo ancho, desde cualquier punto geográfico en el que se esté, como la expansión del Cosmos, que se detecta con independencia de la galaxia que se habite.

Este nuevo antifascismo procede de la siguiente manera: queman las banderas y las casas de los nuevos fascistas, y los comercios y los portales los escarabajean o los dañan; cuelgan de puentes de carretera las efigies de los líderes de los partidos fascistas; pegan por doquier las fotos de los cabecillas de la extensa red fascista que se ha ido extendiendo por Cataluña desde 1978, el año del totalitario «Régimen del 78»; quien no responda de palabra y obra, y quien no se aprenda al dedillo los principios del Movimiento Nacional Antifascista, es segregado, insultado, atemorizado, amenazado; los delincuentes políticos catalanes son presos políticos, tal y como reza el dogma del Nuevo Ideario Identitario Patriótico, y, finalmente, para no extenderme en obviedades de esta renovada teoría política libertaria y científica, como el Estado es el mismísimo Leviatán (Hobbes), que quiso regar de sangre las calles (Rovira dixit), Cataluña  obrará el milagro que los alquimistas nunca alcanzaron: convertirán los metales innobles en oro, o sea, implantarán un gobierno sin Estado.

(Hoy, el Tribunal Supremo dejará libres a algunos de los 10 represaliados de la República a la catalana porque entiende que son, en efecto, presos antifascistas, y, de tanto en tanto, el Estado fascista ha de dar zanahorias).