(Des)Propósitos* de Año Nuevo

OPINIÓN

01 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No voy a ir al gimnasio. Tal vez me lo plantee el año que viene con la crisis de los cincuenta, si llego y aparece.

No voy a limitar la ingesta de alcohol a los fines de semana y fiestas de guardar.

No obstante, no voy a dejar de pasar por la báscula con cierta regularidad; a ver si consigo evitar ir al gimnasio en el futuro, aunque aparezca la crisis de los cincuenta.

Y no voy a guardar las fiestas nada más que para compartirlas con mis amores.

No estoy seguro de querer dejar de leer en papel. No, no lo voy dejar.

Este año tampoco voy a terminar de leer el Ulises. No puedo con él.

No voy a elegir entre los Beatles y los Rolling. Qué necesidad de categorizar sin necesidad.

Por otra parte, no sé si voy a superar mi reciente adicción a Bon Iver. Otra que añadir a la colección musical.

No voy a dejar de escribir peroratas que parecen radicales a quienes, pudiendo favorecer que la gente decida en todo lo posible sin coerción, no quieren, o «equidistantes» a quienes quieren y no saben.

No creo que este año vaya a dejar de ser pesimista respecto a los logros en la conjura de esa coerción, aunque seguiré siendo optimista respecto a la voluntad de tantas compañeras y compañeros de contribuir genuinamente a su consecución.

No voy a empezar a fumar, así nunca tendré que proponerme dejarlo. Pagar por envenenarme a conciencia, como que no.

No les voy a exigir, ni siquiera pedir, buenas notas a mis hijos.

No voy a renovar mi vestuario, ni a desechar mis zapatos de segundo pie.

Rezo para no tener que abdicar ninguna de mis coronas.

No voy a dejar de buscar el pan perfecto. Y digo bien: pan, no plan.

No voy a recortar en cafeína ni en teína.

No me voy a abrir una cuenta en Instagram. Y cuando me lo proponga ya habrá pasado de moda.

No voy a cambiar de móvil; en casa son estos aparatos los que cambian de usuario hasta que nos abandonan, exhaustos.

Voy a seguir sin atender al género de quien me habla, en casi todo momento.

No voy a despreciar ni a compadecer a quienes cuelgan banderas en sus balcones, ni a quienes las queman. Bastante tienen con sus mitos y frustraciones.

Eso sí, no voy a dejar de blasfemar contra el gobierno hasta que sea digno del pueblo al que se debe. Y el actual es un permanente insulto a la honradez.

Y no voy a dejar de seguir rindiendo tributo a Tip y Coll.

Entonces, la próxima semana…

La próxima semana hablaremos del gobierno.

*No tanto por despropósito como por lo que me propongo no hacer. Aunque una cosa no quita la otra, claro.