La alta velocidad de Cascos

OPINIÓN

20 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los trenes de alta velocidad españoles (más conocidos como AVE) son los que tienen una ocupación más baja. Según la Unión Internacional de Ferrocarriles trasportan 15 viajeros por kilómetro frente a los 50 de Francia, 83 de Alemania o 166 de Japón en datos actualizados a 2016. Hay que recordar que somos el país con más kilómetros después de China. Si, si más que Francia (que durante el mandato de Hollande frenó la expansión) y Alemania (que invierte poco en infraestructuras). Y eso que todavía no está abierta la variante de Pajares y no lo estará mientras Francisco Álvarez-Cascos pueda permitírselo. Es decir hasta que no sea él quien la inaugure, porque entonces se acabaría de cualquier manera, con dos railes, con tres o con unas mulas tirando de los vagones, como en las minas.

El derroche económico del AVE en España es mayor aun que el de las famosas autopistas de peaje en el entorno de Madrid que con tanta alegría como ausencia de rigor promovió el Gobierno de Aznar y patrocinó con gran algarabía y constancia el propio Francisco Álvarez-Cascos, primero vicepresidente de aquel gobierno y luego degradado a la condición de ministro de Fomento. El actual ejecutivo tendrá que rescatar esas autopistas, es decir hacerse cargo de ellas y abonar del orden de 2.000 millones de euros (pueden ser 1.000 pero también más de 3.000 según los cálculos) porque son insostenibles para las empresas (la grandes firmas de la construcción, por supuesto: ACS, Abertis, FCC…) que las pusieron en marcha. El resultado de esta quebrada operación ya lo saben: que paguen los españoles a tocateja los inventos del tándem Aznar-Cascos.

La alegría con el AVE es tan imputable a los socialistas como al PP. Con promesas tan absurdas como que todo el mundo debía tener un tren de alta velocidad cerca de casa nos hemos encontrado con una inversión faraónica, nada rentable y que no da más que problemas como nuestra queridísima variante de Pajares. Mientras tanto la España de Rajoy acumula una deuda insostenible (ha vuelto a superarse estos últimos días y ya pasa del billón de euros) que no podrá devolverse seguramente salvo milagro y que nos traerá lloros y lamentos a no tardar.

Pero en Asturias los pupilos de Cascos, ajenos al más mínimo respeto por los datos y sin atisbo de un mínimo de autocrítica, siguen empeñados en  reclamar una variante de lujo no sea que tardemos en llegar de Gijón a Madrid quince minutos más de lo que ellos consideran óptimo. Y ahí seguimos enredados mientras los túneles continúan inactivos y por tanto son la inversión más costosa e inútil de la historia de Asturias. Y cuando estén operativos supondrán un gasto totalmente desproporcionada para el uso que tendrán. Pero al menos llevarán a los jubilados hacia el Mediterráneo, salvo que, como es de temer, ese aumento grotesco del 0,25% que aplican Rajoy y la inefable ministra de Trabajo a las pensiones, empeore con una rebaja sustancial de las mismas como es previsible: entonces  en el AVE solo vendrán algunos madrileños a probar la fabada, el cachopo y la sidra. Como reyes.