Qué hacemos con Woody

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

21 ene 2018 . Actualizado a las 09:12 h.

AOprah Winfrey le ha bastado una escueta sugerencia para dejar al borde del abismo la carrera de uno de los grandes. Woody Allen se juega cerrar con honores una de las mejores biografías cinematográficas de la historia, arrollado por la revolucionaria alianza de este basta ya feminista que recorre Occidente y que en Estados Unidos ha sido bautizado con el nombre de Time’s up. Allen ha creado unas cuantas obras maestras y desarrollado un estilo narrativo único pero Allan Stewart Königsberg, la persona detrás del artista, afronta un escrutinio público del que no va a salir indemne. 

Oprah Winfrey y Shonda Rhimes, palabras muy mayores en Hollywood, han lanzado la pregunta sobre el director de Annie Hall, a quien una de sus hijas adoptivas denunció por supuestos abusos y que en 1992 inició una relación con otra de las hijas adoptivas de su ex mujer cuando tenía 55 años y la elegida, Soon Yi, 19. El caso Allen y la manera en la que Oprah y Shonda lo han trasladado al movimiento Time’s up establece una manera nueva de pedir cuentas. Es un sistema de poder transversal que desata reacciones en cadena imposibles de controlar. En el mismo Oviedo se ha pedido la retirada de la estatua del autor y en la lista de actores que ya no trabajarán para él aparece una sorpresa cada día; el último, Colin Firth. El arte y la creación están repletos de genios depravados cuyas obras han permanecido aunque sus autores hayan sido unos canallas. Pero con el movimiento Metoo han quedado proscritos grandes artistas que en sus vidas se han comportado como grandes sinvergüenzas. Al artista ahora se le exige ser un hombre honorable.

Robert Redford lo decía hace unos días en Sundance: ahora el papel de los hombres es escuchar. Algo es algo pero ¿no han sido demasiados siglos para conseguir algo tan básico?