El abucheo de Davos

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

Boris Baldinger | dpa

27 ene 2018 . Actualizado a las 08:39 h.

Davos no iba a ser una plaza fácil para Donald Trump. El Foro Económico Mundial que se celebra allí cada año desde los años setenta se ha convertido, hace tiempo, en un encuentro peculiar, una especie de elitismo de las buenas intenciones, una mano en la cartera y la otra en el corazón, a medias espíritu de oenegé y a medias liberalismo.com. En Davos se rinde culto a la ayuda al desarrollo y a la globalización; y Trump, con su América Primero, era el elefante en esta cacharrería de la cooperación internacional y el libre comercio. Este mismo lunes, había impuesto aranceles a las lavadoras y los paneles solares, una herejía para Davos. Los abucheos tímidos que se oyeron durante su charla pueden hacer pensar que estuvo tan provocador como se esperaba. Pero los abucheos fueron por algo que dijo sobre la prensa, no sobre la economía. Trump, dentro de sus posibilidades, estuvo relativamente conciliador. En ese sentido, decepcionó.

El presidente norteamericano no va a traer de vuelta, él solo, el proteccionismo, eso está cada vez más claro. Empezó con fuerza hace un año, cancelando el Acuerdo Trans-Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Pero a la altura de agosto ya flojeaba en su renegociación del NAFTA. De la cascada de acuerdos bilaterales que prometió en su campaña ninguno se ha finalizado, ni siquiera iniciado. En cuanto a los aranceles que anunció el lunes, y que han puesto en pie de guerra tanto a los demócratas como a los ultra liberales del partido de Trump, son bastante modestos y provisionales, nada que ver con el 45 % de impuestos a las importaciones que había prometido en campaña. Son la aplicación casi automática de las leyes existentes. Obama hizo lo mismo en 2009 con las ruedas de coche y George W. Bush con el acero en 2002. No hubo guerra comercial entonces ni la va a haber ahora. La propia globalización, irónicamente, no lo permite ya. LG y Samsung, las empresas surcoreanas más afectadas por los aranceles a las lavadoras, ya han decidido ir a lo práctico y abrir fábricas en Carolina del Sur y Tennessee. Trump puede exhibir esa creación de empleo frente al mayor coste que tendrán los electrodomésticos para el consumidor. Si merece la pena o no, dependerá del punto de vista.

Pero el hecho es que, es tal la magia de Trump, que consigue que, incluso cuando dice algo que todo el mundo piensa, lo hace de modo que nadie quiere darle la razón. Es verdad que China utiliza prácticas comerciales abusivas, como dijo ayer. Es verdad que se vale del robo de propiedad intelectual a una escala masiva, y que habría que hacer algo al respecto. La UE, Japón y otros llevan años diciendo eso mismo; pero ayer los medios lo contaban escandalizados. Es un error. La globalización, contra lo que dicen sus críticos, es irreversible; pero también, contra lo que dicen sus entusiastas, crea graves problemas que hay que discutir. Y Davos nació para eso.