Ay el toisón

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

JUAN MEDINA | AFP

04 feb 2018 . Actualizado a las 09:04 h.

Lo más perturbador del toisón fue asistir a esa improbable conversación entre un padre y su hija de doce años. «¡Te entregarás sin reservas a tu país y a tu pueblo!». Y todo así. Sabemos que la monarquía institucionaliza la diferencia, pero cuando hay niños por medio la discriminación resalta más.

La democracia también se sustancia en gestos. Por eso fue tan expresivo el de buscar a Puigdemont en el maletero del taxi de Domenech. Ese instante retrata mejor la deriva del procés que cualquier declaración institucional. En el acto del toisón vimos a un padre cincuentón interpelar a una cría deslumbrada en una escena desconcertante. La normalidad monárquica choca con la lógica y la presencia de la niña Leonor en un superado papel de princesa no hace más que confirmar ese quebranto. Y luego está esa apelación del Rey a la familia como bastón para soportar los desafíos que le aguardan a su heredera. Qué habrá pensando Urdangarín desde su retiro suizo. O el abuelo don Juan, sacrificado para el trono por la estrategia de ese demócrata llamado Francisco Franco. 

Una descolorida sopa de verduras no disolverá este anacronismo. Inevitable escrutar el rictus de Letizia. Entre el piso de Valdebernardo, la guarida estándar de una poderosa mujer de clase media que se ha currado todo lo que tiene, y el acto del toisón ha tenido que encontrar la manera de explicarle a sus hijas que ni son iguales ni merecen las mismas oportunidades. Inevitable analizar también el rictus de Sofía, la hermana. Es la biología la que ha fijado su lugar. Un determinismo que empezó a cuestionar la Ilustración hace trescientos años y que regresó esta semana como un toisón. No había capas de armiño ni diademas de diamantes pero ahí estaba el toisón. Ay el toisón.