La incierta lotería de Estrasburgo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 feb 2018 . Actualizado a las 07:13 h.

Roger Torrent, presidente del Parlamento catalán, es un personaje a descubrir. Parece que defiende a Puigdemont ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), pero irrita a los auténticos defensores de Puigdemont. Hace poco dio el visto bueno al cambio de una ley para que Puigdemont pudiera ser investido desde Waterloo, pero ayer frenó la operación. O es muy listo, o juega al despiste, o ejerce la presidencia del Parlamento con rigurosa ecuanimidad… independentista. Me abono a la tesis de que es muy listo, fijándome hoy en el recurso al TEDH. Si el Tribunal le da la razón, quedará como el salvador del fugado; si se la niega, siempre podrá decir que acudió a las más altas instancias en busca de las garantías que Puigdemont exige, pero no resultó posible. El PDECat debe esperar esto último y por eso se cabrea.

Dice la oposición que el recurso no tiene recorrido. Ya veremos. A los magistrados del Tribunal de Derechos Humanos se les puede exigir imparcialidad y sentencias justas, pero no la misma sensibilidad de los jueces españoles ante asuntos que aquí nos duelen. La prueba la tuvimos ayer, cuando esos mismos magistrados atribuyeron al Estado español las lesiones de los terroristas de la T4 y ordenaron que sean indemnizados. El Tribunal Supremo español no había apreciado el trato «inhumano y degradante» que ahora aprecia Estrasburgo. Cuestión de sensibilidades distintas.

Nadie en España esperaba esa condena. ¿Os imagináis que el Tribunal de Derechos Humanos acepta las tesis de Torrent y sentencia que el Constitucional español se excedió y que Puigdemont tiene derecho a investidura en el Parlamento porque disfruta de inmunidad parlamentaria? Abriría una crisis de dimensiones imprevisibles. Daría un golpe a la credibilidad del Constitucional. Daría alas increíbles al independentismo. Y justificaría cuanto vienen diciendo los independentistas: que la aplicación del artículo 155 ha sido un golpe de Estado; que el Gobierno es tan represor y franquista como ellos decían o que la liberal Cataluña no puede convivir en un Estado así.

¿Queda alguna esperanza? Sí. Queda que el TEDH entienda que nuestro Tribunal Constitucional actuó correctamente en su preventivo encaje de bolillos, que seguramente es la parte más débil del proceso. Y queda que se acepte que Puigdemont no tiene derecho a la inmunidad: los delitos de que está acusado fueron anteriores a su estatus actual de diputado y su actuación desde Bruselas sigue siendo de delito in fraganti y continuado como huido de la Justicia que es. Esperemos que los magistrados de Estrasburgo lo entiendan así. De lo contrario, la crisis catalana se emponzoñará todavía más. Pero a ver quién se lo dice así a ese Tribunal…