Unai Emery y el miedo

César Casal González
César Casal AL ROJO VIVO

OPINIÓN

20 feb 2018 . Actualizado a las 08:39 h.

El miedo paraliza. Lo sé bien. No hay peor enemigo que el fantasma del miedo. Y fue el miedo lo que se comió el cerebro de Unai Emery en el partido del PSG contra el Madrid en el Bernabéu. Él le echó la culpa al árbitro, y cuando uno culpa con tanta ansiedad es que el culpable es él mismo. No falla. El colegiado algo hizo. Pero el resto corrió por cuenta de la millonaria nómina que el jeque le paga a Emery. Hay un dato que ya ha salido en prensa descomunal, que desnuda todavía más al entrenador. Emery ha jugado con sus equipos 19 veces en los campos del Madrid y del Barcelona: perdió 18 partidos y empató uno. Casi no hace falta decir más. El técnico acertó al ser valiente y alinear al joven Kimpembe, más explosivo para frenar a Cristiano que Thiago Silva, en la defensa, junto a Marquinhos. Y erró a lo bestia al poner a Lo Celso para luchar contra los experimentados Kross y Modric. Encima, dejó en el banquillo, aquí la cobardía, a Di María. ¿Cómo prescindir de las diagonales diabólicas que causan el caos de Di María en un partido tan importante? Encima a Di María sí que lo puso este finde en el partido de esa liga doméstica y domesticada (que es otro de los problemas de la falta del competitividad del PSG en la recta final de la Champions) y arrasó frente al Estraburgo. Marcó, asistió y, como siempre, el Fideo creó el caos con su juego de alfil muchas veces incomprensible, empapado en gasolina, pero que descose al contrario. Di María es compatible con una media más equilibrada. No hace falta sacrificar, como hizo en Estrasburgo, a uno de los tres de arriba del tridente mágico (Neymar, Mbappé o Cavani), que, cierto es, tampoco tuvieron su noche en Madrid. Puede entrar en el once y que lo acompañen con solidez frente a la media del Madrid una pareja con Diarra y Rabiot. O con Verrati o incluso con Lo Celso. Pero, claro, Emery necesita superar el miedo. Se muere si enfrente está el Madrid o el Barça. No fue la única chapuza frente a Zidane, que solo tuvo que esperar a que su rival en el área técnica continuase desangrándose de miedo y pánico. Porque del miedo pasó directamente al pánico cuando retiró al delantero Cavani, un puñal que exprime con la misma intensidad enloquecida de Luis Suárez hasta el último minuto de cualquier partido, por el lateral derecho Meunier. Esto, creo, no lo hace ni Clarence Seedorf. El terror ya se había comido la mente de Emery, que veía gigantes en lo que eran molinos. El Madrid ya solo tuvo que exhibir la pegada que le caracteriza para dejar al PSG en la Uci de la Champions. Ahora le quedan 90 minutos para la misión casi imposible de la remontada. Si el once que saca es otra vez el de un espantado por el miedo, no habrá ni partido de vuelta.