Pensionistas

OPINIÓN

24 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos últimos días han salido a las calles de España un grupo amplio de patriotas, según Évole, que dependen de las pensiones públicas para seguir subsistiendo. Al parecer están cabreados porque el Gobierno de Rajoy, pese a lo que dice machaconamente su ministra de Trabajo, les tiene prácticamente congeladas las nóminas. Bueno, les sube un 0,25 anual y les manda una atenta carta de la señora ministra vanagloriándose de lo bien que gobierna que suena a pitorreo. A muchos de ellos le supone el aumento doce o quince euros al año: ya tienen para unas buenas vacaciones. Y hasta aquí hemos llegado, amigos.

El truco es muy sencillo. El Gobierno de Rajoy sabía lo que hacía desde el primer momento: ante el déficit estructural del sistema aprueba una subida mínima para alentar la propaganda pero muy alejada de la inflación; renuncia a entrar en el avispero de negociar con los sindicatos y la patronal un asunto tan delicado; tira de la hucha hasta prácticamente agotarla; espera a que el problema se resuelva solo con el aumento de cotizaciones y como eso no ocurre la Seguridad Social pide préstamos en un país cuya deuda supera el billón de euros (100% del PIB), una de las mayores del mundo porcentualmente después de que se haya disparado con la muy elogiada (por los suyos) labor de Guindos y Montoro. Así Rajoy va dejando pasar el tiempo, trampeando y calculando que será otro gobierno el que tenga que tomar la decisión de fondo: el recorte puro y duro de las prestaciones para asegurar la sostenibilidad futura. Por si acaso, y como aviso para navegantes, el propio Rajoy (caso insólito en democracia) ya ha sugerido que cada uno se preocupe de ahorrar por su cuenta.

Traducido esto significa que el PP de este presidente está llevando al límite el sistema público de pensiones.  Podría decirse que hay una intencionalidad interesada detrás de este planteamiento aparte de la consabida abulia presidencial. En la derecha en general pervive una cierta resistencia al estado de bienestar y a los sistemas de solidaridad. Los fondos de pensiones privados son más rentables para el negocio bancario, aseguran las diferencias entre ricos y pobres y no obligan a consensuar con los antipáticos sindicalistas nada. Y, visto lo visto, con poco que gobiernen ellos (Matas, González, Granados, Bárcenas, Camps y otros cuantos de los nueve mil imputados por corrupción que ha pasado por el PP) han podido ahorrar algo más, en Suiza, para no depender del sistema. ¿O no?