El último «boy scout»

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

LEAH MILLIS | reuters

14 mar 2018 . Actualizado a las 08:05 h.

Cuando se habla de Rex Tillerson se suele repetir que dirigió la petrolera ExxonMobil, pero lo realmente decisivo para llegar a la Secretaría de Estado es que de niño fue boy scout. Entre el 2010 y el 2012 formaba parte de la dirección nacional de los Boy Scouts de América cuando también estaba allí Robert M. Gates, el secretario de Defensa de Bush y Obama -sí, tuvieron el mismo-. Fue Gates quien se lo recomendó a Trump, que no solo no tenía ni idea de política exterior, sino que ni siquiera tenía idea de quién podía tener idea. 

Haber sido boy scout llevó a Tillerson al Departamento de Estado y se podría decir que es lo que ahora le saca de allí, porque ha sido incapaz de mentir, el peor crimen para un muchacho explorador. Reacio en principio, Tillerson acabó entendiendo la necesidad del acuerdo nuclear con Irán, en contra de lo que le exigía Trump; a Tillerson le parecía que había que negociar directamente con Corea del Norte, y lo dijo, a pesar de que Trump pensaba lo contrario (ahora Trump se apropia de la idea desvergonzadamente). Es famoso el hecho de que a Tillerson se le escapó un día que el presidente era un «tarado»; pero probablemente era peor cuando, ante las cámaras, no podía evitar poner los ojos en blanco cada vez que le repetían una frase de su jefe. Trump dice ahora que «no había química» entre ellos. La había, pero era explosiva.

Así que ha pasado lo que tenía que pasar. Trump no soporta que le lleven la contraria. Eso ni es una característica singular suya ni es, en el fondo, reprobable, porque un presidente tiene que ser obedecido por su equipo. El problema de Trump es que elige equipos tan extravagantes que acaban teniendo tendencia a no obedecerle; y él mismo cambia de opinión con tanta frecuencia que ni siquiera es fácil darle la razón, incluso queriendo y suponiendo que la tuviera. Por eso pinta mal para los nuevos nombramientos de Trump. De la nueva directora de la CIA, Gina Haspel, se puede uno centrar, como hacían ayer los medios, en que será la primera mujer en dirigir la famosa organización. O, en una clave menos feminista, se puede uno centrar en que un informe del Senado la señaló en su día como la directora de una siniestra prisión secreta en Tailandia donde se torturaba a prisioneros. En cuanto a Mike Pompeo, el antiguo director de la CIA y ahora sustituto de Tillerson, es un halcón al que le ha tocado nada menos que conducir la histórica negociación con Corea del Norte, cuando él era contrario a esa negociación. Claro que eso era cuando también Trump era contrario. Y no consta que Pompeo haya sido boy scout.