La altruista revolución de las abuelas y abuelos

OPINIÓN

17 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Este Gobierno, con el señor M punto Rajoy a la cabeza, cuando sacó la reforma de las pensiones del año 2013 no tuvo en cuenta que los pensionistas de esta década somos los que habíamos peleado también en la calle para traer la democracia en los años 70; sólo vio en ese momento la alfombra que le había tendido Zapatero con la Reforma del 2011.

Qué error.

La Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, organización social e independiente, en la que estamos integrados quienes formamos parte de la Asociación de Pensionistas de Asturias, tiene activistas en todo el territorio nacional -setentones, sí, y algunos y algunas octogenarios- que estamos curtidos en la lucha y somos corredores de fondo. Y somos corredores de fondo, porque en los mencionados años 70 lo fuimos de velocidad, y esto no es ninguna metáfora: cómo podemos olvidar aquí en nuestro Gijón del alma las carreras en la calle Álvarez Garaya huyendo del tolete de los grises para refugiarnos en el Bar Avenida, que en aquellos años regentaban nuestros alcahuetes -de los buenos, eh- Guillermo y su hermano; o las huidas en el barrio de la Calzada a lo sálvese el que pueda, pero que todos acabábamos refugiándonos en la Iglesia de Fátima, cuyo párroco, Luis, estaba esperándonos con la puerta entreabierta. Todo eso curte y te convierte en un rebelde permanente.

Y ahora, nos encontramos, con un Gobierno que se ufana de «subirnos» a los ya esquilmados pensionistas 2 euros al mes, tras un 2017 con un crecimiento del PIB del 3,1% y unas previsiones para 2018 de más del 2,5%. Y decíamos que estamos siendo esquilmados, porque la mayoría de nosotros tenemos que hacer virguerías con nuestras pensiones para ayudar a nuestros hijos y nietos a reducir su pobreza, y hasta hacer de niñera, debido a la nula conciliación familiar y laboral existente. Todo un despropósito. Este Gobierno que padecemos, además de pertenecer a un partido corrupto, está compuesto por pésimos gestores. ¿Y qué dice ante tanta agresión a los ciudadanos el primer partido de la oposición? Respuesta: «No dan los números (de diputados) para sacar al Gobierno del poder, porque, además de unirnos con Podemos, para alcanzar el número suficiente de diputados en el Parlamento, tendríamos que entendernos con los separatistas». Pero estos le replicaron inmediatamente que «lo apoyarían sin pedir nada a cambio, gratis total». O sea, para entendernos: al llamado líder (extraparlamentario) de la oposición le tiemblan las piernas, siente vértigo y no es capaz de dar el paso.

A la vista de esto, ¿qué otras medidas podemos tomar los abuelos y abuelas y nuestro entorno si no fueran suficientes las continuas manifestaciones en las calles? Ahí van algunas pistas. Por ejemplo, si declaráramos los pensionistas y nuestro entorno una huelga permanente de consumo, en este país en el que dicho concepto es determinante en el PIB, podríamos tumbar cualquier gobierno, amén del ya decidido cambio de voto que muchos pensionistas votantes del Partido Popular le regalarían como postre.

Si este Gobierno del señor M punto Rajoy despertara de su prolongada siesta, y espabilara antes de que lo echemos, nos devolvería el 7% que nos ha hurtado desde 2012, elevaría la pensión mínima a 1.080 euros, como reclama la Carta Social Europea, firmada también por España, adaptaría las pensiones al IPC anualmente, añadiéndoles el eventual aumento de la productividad o riqueza nacional, ya que desde 2012 las rentas del capital van ya por delante de las rentas del trabajo-pensiones, de tal modo que en ese año las dos curvas del gráfico se han cruzado, continuando hacia arriba las del capital y  planeando las del trabajo-pensiones. Una vez acordadas esas medidas, deberían ser puestas negro sobre blanco en la Constitución, de tal modo que queden blindadas realmente en nuestra Carta Magna al modo que lo está el derecho de reunión y manifestación, que en su art. 21 dice expresamente: «Se reconoce el derecho de reunión... El ejercicio de este derecho no necesita autorización previa». Y es que las pensiones, como todos los derechos agrupados en el Capítulo III del Título I de la Constitución con la denominación de Principios Rectores, (art. 50) pertenecen a esa esfera un tanto ambigua de los derechos sociales, cuya efectividad depende más de la acción efectiva de los poderes públicos que del enunciado constitucional directo (art. 53.3). Evidentemente, de este modo, el gobierno de turno hace lo que le da la gana.

Hoy sábado, 17 de marzo, las cinco organizaciones, lógicamente de distintos perfiles, encabezaremos una gran manifestación en Gijón, partiendo de la Plaza de toros a las 12 horas, para finalizar en el paseo de Begoña. Allí, después de expresar nuestras reivindicaciones, una compañera representante de la juventud asturiana organizada, leerá el manifiesto de los jóvenes, tras el cual, nuestra querida Ángeles Caso nos honrará leyendo el manifiesto final que hemos consensuado.