Son nuestros mayores. Y saben muchas cosas. Esas recetas que solo se entienden con el paso y el peso del tiempo. Con lo visto y lo vivido. La arruga es bella y sabia. Conocen que el tiempo es oro puro. Que la salud es lo más importante, porque muchos de ellos solo la disfrutan a ratos. Educa estar con mayores. Respetarlos. A mí me gusta ecucharlos. La juventud tiende, por edad, a ser de bronca respuesta, sin meditar. Nunca un mayor. A veces, callan. Saben que los silencios son el respeto que se debe en toda conversación sin imposiciones. No hablar seguido deja respirar al pensamiento. Si estuviese en el gobierno me preocuparía, y mucho, de lo que supone que nuestros mayores hayan salido ya varias veces a las calles para clamar por una subida de las pensiones razonable. El PP está llegando tarde a los sitios. Y eso en política se paga. Llegó tarde al apoyo a las mujeres. Un error tremendo que obligó a intervenir al presidente del Ejecutivo cuando nunca lo hace. Tuvo que desautorizar a varias de sus ministras. Llega tarde a las pensiones con explicaciones matemáticas que se caen cuando se recuerdan las cifras que sí se emplearon en el rescate a los bancos o a las autopistas. Dinero para unas cosas sí, para otras, no: mala praxis. Difícil de comprar para los votantes. Contestar como hizo ayer Mariano Rajoy a una protesta masiva con una de sus frases míticas que podrían figurar en la historia de la filosofía no parece muy comprensible: «Subiremos lo que podamos, no pueden subir lo que no podamos». Rajoy y su lenguaje, dignos de una tesis. Ese consejo que me dio un día mi abuelo: «Cuando vayas a hacer algo, piénsalo una vez. Y, luego, antes de hacerlo, piénsalo otra». Zanjar la herida que se ha abierto en la sociedad con que los manifestantes de ayer son los mismos que ya agitaban el mundo en el 68 es una torpe manera de convencerse para insistir en el error. Los mayores merecen respeto. El mismo que han aprendido ellos a tener tras una vida de décadas. En Oriente se les reverencia. Un abuelo sabe lo que sabe un padre y un hijo. Como poco.