Que inventen ellos, que nosotras limpiamos

OPINIÓN

19 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Sirva esta actualización de la salida de pata de banco de Unamuno como ilustración del país que nos están dejando estos abanderados del patriotismo fariseo que tenemos por gobierno. Al profesor se le puede disculpar que, cuando escribió «El pórtico del templo» en 1906, se encontrase parapetado tras las humanidades, observando la ciencia con el recelo descrito en el estereotipo de «las dos culturas», que pretende preservar los conocimientos en compartimentos estancos. Que no viese, en definitiva, las fructíferas posibilidades de la comunicación metacultural entre humanidades y ciencias y, más allá, su relación con la prosperidad de un país.

Sin embargo, ese recelo ibérico parece haber calado tan hondo, que se ha convertido en un lastre que nos impide dar el salto hacia un modelo productivo innovador y basado en el conocimiento, y, tal vez, mucho más refractario a la explotación que este páramo laboral al que nos arrojan.

Las investigadoras, así, en femenino, ya que son ellas quienes desde hace tiempo más proliferan en la educación superior, emigran para poder trabajar en condiciones dignas, o trabajar al menos. Y la mayoría de quienes inmigran, no tanto para investigar como para huir del horror o del hambre, se resigna a unas condiciones laborales que les permita subsistir y permanecer para no convertir en un dramático fracaso el sacrificio de dejar a su gente en el país de origen; es decir, en un viaje a la indigencia y a la doble exclusión.

Como diría Gila, alguien está cavando bajo los pies de alguien. Concretamente bajo los de nuestro futuro, y el de nuestros hijos.

Es como si en un imaginario reparto de sectores productivos, los países del norte se hubieran quedado los de mayor valor añadido, y hubieran dejado a la periferia meridional aquellos en los que la patronal que no ve más allá de su bolsillo puede permitirse equiparar competitividad con devaluación salarial porque da resultado a corto plazo.

Aunque viendo cómo M.Rajoy ha tenido que comprometer, presuntamente, su futuro apoyo a un halcón financiero de Merkel para la presidencia del BCE, a cambio de recolocar a De Guindos en la vicepresidencia, con las consecuencias en forma austericidio prolongado que se derivan de esta operación, ese reparto ya no parece tan imaginario, solo metafórico.

Porque ese austericidio teledirigido contra algunos países, aquí acogido boina en mano, algo tendrá que ver con que los países del «alto valor añadido» incrementen significativamente su inversión en investigación para compensar los efectos de la crisis económica y mantener su preeminencia competitiva, mientras España ha retrocedido 20 años al recortar en un ¡40%! los fondos públicos destinados a la investigación científica, hundiendo su nivel de inversión en este sector prácticamente a la mitad de la media de la UE.

Este es el país #MarcaEspaña del PP: desmantela el sector científico, destruyendo miles de empleos, mientras crea empleo basura en sectores low cost (algunos, muy pocos, también en la universidad y en el sector científico; qué se han creído) que se presta mejor a la rapiña salarial. Qué aportaciones a la Seguridad Social pueden salir de ahí…

Así llegamos a la segunda proposición del título de esta columna; a las protagonistas de ámbitos laborales precarios y feminizados que podemos simbolizar, por ejemplo, con las limpiadoras. Las que limpian los laboratorios (que aún quedan en pie), las facultades, los colegios, los hospitales y los hoteles a los que vienen a recrearse los agraciados con el «alto valor añadido».

Por cierto, qué lección la del 8 de marzo; qué marea de esperanza. Una manifestación que puso en evidencia esa patética postura reaccionaria de quienes, al negar los motivos para la huelga feminista, evitan reconocer que aceptan la desigualdad, la subordinación y, consecuentemente, el abuso, como parte intrínseca de su modelo de sociedad. Ahí vamos…

¿Y la próxima semana? La próxima semana hablaremos del gobierno.