En qué consiste una pensión digna

OPINIÓN

JOSE PARDO

19 mar 2018 . Actualizado a las 07:15 h.

Ya decía Aristóteles -¡in illo tempore!- que, con votantes desinformados, una elección equivale a un sorteo. El rigor informativo es un criterio esencial para medir la calidad democrática. Y por ahí puede venir la siguiente ola de populismos y fascismos, que pronto serán los únicos que formulen respuestas aparentes a una indignación aventada y crecientemente desinformada.

El sábado, mientras intentaba formular una respuesta realista a las demandas de los pensionistas, recibí imágenes y comentarios sobre numerosas manifestaciones que eran tratadas por los medios como puros espectáculos de acoso al Gobierno. Pero cuando se trataba de saber por qué estábamos tan enfadados, seleccionaron a un señor que dijo: «primero nos dejaron sin sanidad y sin educación, y ahora nos quieren quitar nuestras pensiones». Y después habló una señora que se explicó así: «he trabajado toda la vida, pagando mi jubilación, y ahora cobro una miseria de 460 euros al mes. ¿Dónde está mi dinero? Lo tienen ellos en su bolsillo».

En otros mensajes sueltos fueron saliendo cosas parecidas, incluyendo una imagen de Miguel Ríos en la que afirmaba vivir de sus ahorros, porque su pensión -no explicó por qué- es raquítica. Y con esa información, espectacular sin duda, pero en todos sus extremos falsa -porque esa combinación de premisas y conclusiones es imposible-, cerraron el tema y se pusieron a hablar de Putin. Ayer, tras leer a varios comentaristas que abordaban este tema, solo llegué a la conclusión de que se lucha por una pensión digna, aunque nadie establecía como calcularla. Porque la dignidad -que es una cualidad del pensionista y no de la pensión- no se puede calcular, y porque una pensión solo sería digna si nos igualase a todos en el máximo nivel, no dependiese de las cotizaciones ni de la vida laboral, y fuese pagada con impuestos. Por eso tuve la sensación de que los todólogos también andaban surfeando sobre la segunda edición del mayo del 68.

En España hay un 2 % de personas que saben exactamente que es una pensión, como se calcula, como se financia, y qué costes tendría un cambio del sistema. Pero no hay más de un 0,23 % que estén dispuestos a decir lo que saben delante de la sociedad o del Parlamento. Y por eso temo que, dado que el problema es real, y a Aristóteles nadie le hace caso, nos encomendemos a medidas demagógicas que destrocen el sistema actual, y lo aboquen a la quiebra, antes de crear otro mejor. Y ahí será cuando irrumpa, a trollo, un nuevo modelo, más desigual y vinculado al ahorro, que, mientras dispare las pensiones altas, cierre las puertas a millones de personas que, definidos aún como pensionistas, son en realidad asistidos del sistema. En las manifestaciones vale todo. Pero nueve millones de pensiones no se pagan con eslóganes. Por eso creo que la única pensión digna es la que se puede financiar y ajustar solidariamente, y pagar indefinidamente.