80 años después

OPINIÓN

22 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El mes de marzo de 2018 se presenta ventoso. Ventoso, sobre todo en las vías públicas y en las plazas mayores de las ciudades españolas. Hay una llamada generaliza a arrebato: la hucha se queda lánguida, la cartera sin billetes y la nómina no crece al ritmo que el IPC.

Las familias aún tienen hijos en búsqueda de empleo muchas y, otras con hijos que tienen que estar bajo el cobijo familiar por su empleo de días y hasta horas con una remuneración que no llega para más allá que llevarse un bocado caliente al día.

La economía, va bien. Estamos superando el 3% anual. Los ingresos son espectaculares…; pero al de a pie. A tantos españoles esa mejoría no llega ni si quiera el eco de sus voces.

Es un marzo ventoso. Los que «niños de la guerra», hoy son abuelos de pensiones estrechas que tienen hijos y nietos con que repartir lo poco que después de pasar hambre en su niñez, esfuerzo de 24 horas en su edad laboral y ahora les toca cargar con tanta desesperación.

Mientras, en frente, los de siempre: antes «chupando» del Régimen unos; ahora, otros «mamando de la teta».

Antes, el grupo de «fieles» ocupaban los cargos bien remunerados y de influencias todas para trepar. Y, ahora el lío es monumental: Tenemos cuatro administraciones, casi un millón de «pseudopolíticos» que se «chupan» la caja de las pensiones y el reparto equitativo de los bienes del erario público al que contribuimos con tantos impuestos todos los de a pie.

La economía, va bien; pero qué suerte siempre les toca a los mismos la lotería.

¿Quién paga el pato?: Siempre los mismos. El mundo da vueltas y vueltas sin parar; pero no hay cambio. Vuelve la ruleta al punto de partida: ruleta de la suerte, ¿ruleta rusa?

Es curiosa la geografía española, también en la protesta de este marzo ventoso en protestas callejeras. Es curioso o, por lo menos, llamativo que la región adalid en esta lucha sea precisamente el «País Vasco». Todos los días, han sido fieles a la cita. Y, qué curiosidad, enarbolaban la bandera los mayores de 50.

La razón es muy sencilla: «La pela es la pela».

Ellos por circunstancias que todos sabemos; pero que seguimos consintiendo, ellos disfrutaron de mejores sueldo que implicaba mejores pensiones. Más tantos años incrementando el 0´25 % y la carestía de vida en este período más del 10 %...No hace falta ser un lince. Contra los números, no valen argumentos.

Esta es la realidad. La realidad del ciudadano que pasó hambre en su niñez, estrechez en su juventud y, ahora, que podía disfrutar de la jubilación en la senectud se encuentra cargado de «cargos» con la hucha vacía y la nómina en sala de espera.