La Cataluña demediada

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

25 mar 2018 . Actualizado a las 09:16 h.

Fue un soldado turco quien en el primer día de batalla, y contra todo pronóstico, derribó al vizconde Medardo de Terralba. Luego una bala de cañón lo partió por la mitad. Y el vizconde no era uno, sino dos. Este inicio sirve a Italo Calvino para dar pie a la primera novela de su trilogía Nuestros antepasados. Es divertida y poco más. A mí no me parece el más afortunado de los romances de Calvino, pero sí la metáfora idónea para formular la intención de esta columna: un país partido por la mitad, como nos relata El vizconde demediado de Calvino. Hablo de Cataluña. Los independentistas son hábiles en el uso de sinécdoques y tropos. Las figuras retóricas semejan una disciplina que dominan. Así llaman pueblo catalán al que le otorgó dos millones de votos, obviando al resto de los catalanes no independentistas que también son pueblo catalán. Presos políticos a unos delincuentes presos. Y exiliados a unos cobardes que han huido de la justicia y han puesto a los pies de los caballos a sus compañeros de viaje.

Por riesgo de fuga ha encarcelado Llarena a los ejecutores del golpe de Estado que ahora ya no recuerdan. Los que se saltaron la ley de leyes, la Constitución, para separarse de España. Los que en contra de todas las advertencias, hasta de los letrados de su Parlamento, llevaron a cabo las acciones por las que ahora están en prisión preventiva. El vizconde demediado de Calvino es la imagen de esta Cataluña menos inteligente de lo que pensábamos. Burda, zafia, grosera. Como una de las partes de Medardo de Terralba. Cabe decir, para los que no hayan leído la novela, que el doctor Trelawney (homenaje a Stevenson y La isla del tesoro) arregla el desaguisado y el barón vuelve a ser uno.

Eso deseo para Cataluña, que vuelva a ser una. Con los independentistas defendiendo sus ideas, como hicieron siempre (no conozco mejor argumento para desenmascarar a los que denominan presos políticos a los políticos presos), pero sin vulnerar la ley. Con la discusión permanente, pero con la defensa de la ciudadanía por encima de los intereses partidistas. Con la proa del barco mirando al progreso, y no al retroceso y a la pobreza (espiritual y material). La Cataluña demediada solo produce dolor y lástima.