Negar lo evidente

Javier Guitián
Javier Guitián EN CONTRA

OPINIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

06 abr 2018 . Actualizado a las 18:09 h.

 El pasado 1 de diciembre, el Comité Científico Asesor del Ministerio de Medio Ambiente, integrado por una veintena de científicos independientes, emitió un dictamen contundente recomendando incluir en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras todas las especies de eucaliptos «cuyo destino sea la explotación forestal, debido al alto riesgo de invasión por estas especies consecuencia de sus características biológicas, fisiológicas y ecológicas».

El informe del Comité Científico destacó el «elevado riesgo de incendio» de los eucaliptales, por «la acumulación de hojarasca y la presencia de aceites inflamables», además de recomendar extremar las precauciones con las nuevas introducciones y plantaciones, y un seguimiento local y erradicación siempre que se observe naturalización de cualquier especie de Eucalyptus en nuestro territorio.

El ministerio, ignorando a su propio comité asesor, solicitó un nuevo informe, a través de los responsables de política forestal, que veía «una actitud tendenciosa por parte del Comité Científico, en orden a emitir un juicio de valor premeditado en cuanto al carácter invasor de estas especies, presuntamente basado en criterios no científicos y en opiniones personales y políticas». Ciencia pura.

Veamos. No está en discusión que las plantaciones de eucalipto suponen una fuerte agresión a nuestro paisaje, en donde los bosques, los colores, cambian con las estaciones. Tampoco, nadie con un mínimo criterio puede cuestionar hoy que la biodiversidad es mucho menor en estas plantaciones que en nuestras formaciones autóctonas; lo científicos llaman la atención sobre un nuevo peligro: su carácter invasor.

Creo, también, que nadie plantea la desaparición de las plantaciones de eucalipto, sino que, en la medida que estas colisionan con un interés general, la conservación de la biodiversidad, deben regularse, planificarse, gestionarse adecuadamente y, en su caso, limitarse. La importancia económica de un sector no justifica la barra libre y el consenso necesario ha de alcanzarse atendiendo a ese interés general.

El debate no es, pues, eucalipto sí o eucalipto no. El debate es sobre la planificación de la política forestal, sobre la diversificación de la cubierta vegetal y sobre el cumplimiento de las actuales leyes sobre plantaciones, y si no lo entendemos así seguiremos otras cuatro décadas discutiendo y, lo que es más importante, destruyendo la riqueza natural y el paisaje de nuestro país. El debate es, en resumen, qué intereses impiden que esos objetivos se aborden.

No lo duden: ignorar la opinión unánime de un prestigioso grupo de científicos, por cierto nombrados por el actual ministerio, es una muestra de irracionalidad; ninguno tiene otro interés que poner sobre la mesa las evidencias científicas. Cuando, de nuevo este año o él próximo, la ola de incendios de octubre o el desastre del verano en Portugal vuelvan a repetirse, recuerden su dictamen.

No existirá un verdadero debate sobre el eucalipto mientras no reconozcamos que un cultivo que ocupa en Galicia más de cuatrocientas mil hectáreas no es una problema económico o atañe solo al sector maderero. Si además tiene importantes implicaciones ecológicas, es un problema ambiental, y negar lo evidente no ayudará a resolverlo.

El debate no es eucalipto sí, eucalipto no. El debate es sobre la planificación de la política forestal