El presidente con nombre de pato

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

ALEX WONG | AFP

10 abr 2018 . Actualizado a las 07:31 h.

Estados Unidos es un país de extremos. Fabrica héroes y villanos sin parar. Y, sin parar, es capaz de triturar al héroe y de alzar impoluto al villano. La gran novela americana siempre ha ido de narrar un ascenso y su caída. Cómo se escribirá Cifuentes en inglés. El país del triunfo es también la tierra prometida del fracaso. Es lógico. Ya está en los filósofos griegos. En España, donde casi nadie reconoce un error, la actitud de Mark Zuckerberg puede ser vista como un milagro. Zuckerberg, el estudiante prodigio, el multimillonario altruista, adelantó por escrito parte de la que será su comparecencia ante el Congreso y el Senado para explicar la fuga de datos de Facebook: «Fue mi error, y lo siento. Yo empecé Facebook, yo lo dirijo y soy responsable de lo que ocurre aquí». Ha hecho lo que aquí es una excepción y que podríamos llamar un Rey Juan Carlos: «Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir». Claro que, en Zuckerberg y en el Rey Juan Carlos, se da una misma circunstancia: los dos son la cima. No tenían ni tienen jefes. Si cualquier responsable reconoce que la pifió o sus jefes son muy comprensivos o ya puede ir recogiendo. Lo de Facebook no es una broma. Son dos mil millones de usuarios mensuales activos, según la compañía (más de mil trescientos millones suma la población de la India). Un poder inmenso en este universo de datos. Unos algoritmos muy deseados. Unos likes que se pusieron a tiro de manipuladores que se los vendieron a políticos y dirigentes. Los pensadores más afinados y modernos recomiendan hoy que lo más moderno es no exponerse en las redes sociales. No tener ni Facebook ni Instagram. Dejar de estar para ser. Insisten en que solo la relación personal es auténtica. Lo demás acerca tanto como aleja. Es un espejismo diabólico. Claman por el retorno a la caricia. Y encima todo tu rastro puede ser utilizado por esos mercaderes de la política para conseguir el vuelco en elecciones. De las noticias falsas a las filtraciones de datos, desde que la realidad se ha vuelto instantánea todo sabe y sale peor. Zuckerberg da la cara que no quiso dar en Europa para atenuar la imagen de joven engreído que le impediría convertirse en un mañana no tan extraño en presidente de Estados Unidos. Si Trump ha llegado al despacho oval, ¿por qué no el fundador de Facebook? El problema de la realidad virtual, de toda esta nueva política de falsificaciones y tráfico de datos, es que deja de ser virtual cuando se cuentan los votos y el elegido tiene, por ejemplo, nombre de un famoso pato de dibujos animados.