Puigdemont, prisionero de los americanos

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez JUEGO DE TRONOS

OPINIÓN

PAU BARRENA | AFP

10 abr 2018 . Actualizado a las 07:31 h.

El horror de la Segunda Guerra Mundial. Alemania ha sido derrotada, pero Hitler delira, ajeno a la realidad. La mano trémula del dictador mueve ejércitos que ya solo existen en su imaginación en un mapa por el que avanzan dos mareas imparables, la de los soviéticos por el este y la de los aliados por el oeste.

Los germanos se enfrentan a un dilema: pueden caer prisioneros de los americanos (o de los británicos), que supuestamente los tratarían de acuerdo a la ley o a ciertas reglas, o de los rusos, de quiénes no podían esperar respeto a ningún tipo de convención. Los que pudieron escoger, optaron por la primera opción. Y lo mismo hizo en su día el expresidente Puigdemont. Aquella famosa jornada del 26 de octubre tuvo en su mano parar la escalada del desafío secesionista y el 155 convocando elecciones autonómicas al abrigo del Estatuto y de la Constitución, pero se echó atrás. «Tengo una rebelión; no puedo aguantar», dijo el entonces president al lendakari Urkullu, mediador y casi salvador del autogobierno catalán, para justificarse. Los suyos le habían llamado traidor y Judas. Habían volteado su rostro en las redes, como si de un anticristo se tratara. Carles se asomó por un momento al gulag de los héroes caídos del independentismo y lo tuvo claro. Si había que ser prisionero, mejor serlo de los americanos.

Acertó. Empezó un afortunado periplo por esa Europa que tanto desprecian sus aliados. De momento ha logrado burlar las peticiones, sujetas a derecho, del Supremo. En unos casos, como en Bélgica, por saber aprovechar los contextos políticos y legales; en otros, como en Alemania, ha tenido suerte. Allí topó con unos jueces regionales con ganas de arrogarse un papel ajeno y de dictar sentencia sobre el fondo del procés. Ese rol le corresponde a la Justicia de España, un Estado de derecho. Lo sabe bien Puigdemont: huyó de la ley para no padecer en la Siberia separatista.