Esperma socialista

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés ¡QUÉ COSAS!

OPINIÓN

14 abr 2018 . Actualizado a las 08:25 h.

En el país más capitalista de la tierra buscan semen con denominación ideológica de origen. La petición la cursa un banco de esperma de un hospital chino interesado en donantes que sean amantes de la patria y leales al partido, lo que revela una sospechosa confianza ciega en la genética.

El titular invita al jolgorio aunque el asunto de fondo es muy parecido al que mantiene a Facebook en el alero tras confirmarse que traficó con información privada de millones de usuarios durante las elecciones americanas y el Brexit. Antes del escándalo, la empresa Cambridge Analytica solía aparecer en el centro de una ciencia emergente denominada genopolítica empeñada en mostrar a líderes de medio mundo las posibilidades estratégicas del ADN en el que, además del color de nuestro iris, se escondería una predisposición natural a ser de derechas o de izquierdas. Investigadores como James H. Fowler, experto en redes sociales, ha llegado a asegurar que hay tres genes relacionados con la participación de los votantes y el apego ideológico, una especie de gen político que se puede heredar. No consistiría tanto en que los gemelos de Montero e Iglesias vayan a nacer con la papeleta violeta en la boca, sino que unas personas tienden más al orden y otras a la rebeldía. Identificar esta disposición con un partido u otro sería ya otra cuestión.

Políticos de varios países han hecho caso a unas teorías que ocultaban algo fundamental. Efectivamente hay una predisposición ideológica en los votantes o una tendencia partidista que puede ser alimentada o manipulada pero no porque lo indique el ADN sino porque esos votantes se lo han contado antes a Facebook sin ser muy conscientes de que lo hacían. Valiosas confidencias que empresas como Cambridge Analytica, dedicadas, atención, a la «minería de datos», se encargan de procesar para convertir el carbón en diamantes. Para los de EGB, con nuestras infancias analógicas, todo ese universo oscuro del bigdata resulta desconcertante, aunque si se repasan los impulsos de nuestros amigos de Facebook es fácil comprobar que tanto estriptis digital tenía que tener un peaje. Nos hemos convertido en una sociedad exhibicionista en la que muchos individuos radian sin control su día a día, las fiestas de cumpleaños de los hijos, los viajes a la India, la tabla de yoga, una fiesta nocturna, el potaje de garbanzos que me quedó bárbaro, una quiebra en la salud o una sorpresa mayúscula ante el último Rajoy. He visto en mi pantalla a colegas virtuales en el hospital tras un diagnóstico puñetero; en la playa con un amor de verano; en la cama desperezándose o apurando un whisky de madrugada con la sonrisa más extendida de lo habitual. Una pauta precisa de quiénes somos y de lo que nos gusta que nos hace previsibles y vulnerables, sin que el ADN tenga mucho que ver en el asunto.

El hospital que busca esperma socialista es en realidad una metáfora del futuro. La propia China ha anunciado que en el 2020 pondrá en marcha el Sistema de Crédito Social, un baremo que puntuará a los ciudadanos para determinar si son fiables y que se alimentará de nuestra vanidad digital. Una práctica a la que es fácil imaginar que recurren ya todas las empresas antes de contratar a nadie. Un paseo por las redes sociales de un aspirante puede ser mucho más revelador que cualquier currículo. Incluidas cosas de las que probablemente nos arrepintamos.