Mastergate

OPINIÓN

20 abr 2018 . Actualizado a las 07:09 h.

Las mentiras, las trampas y los regalos que al parecer esconden los currículos de algunos de nuestros políticos resultan escandalosos y van contra el más elemental sentido de la moral y el derecho. Si ya resulta infantil y frustrante ese tuneado de historiales académicos, con el que se quiere aparentar lo que no se es (una lumbrera, un estudiante aplicado, un mirlo blanco), todavía es más insufrible la manera con la que se está tratando de encubrir este lamentable episodio. Siendo más concreto todavía: en el contexto de marrullería al que está reducida la política española, cada minuto que se demore la salida de Cristina Cifuentes es una tragedia para ella, para el PP y para España. Habría que recordarle un elemental principio moral: la irresponsabilidad de los demás no te exime de tu propia responsabilidad.

A Mariano Rajoy le diría que, ciertamente, los logros económicos son fundamentales para la buena marcha de un país. Pero tan necesarios como ellos resultan la autocrítica por los propios errores, la depuración de responsabilidades y una ética pública a prueba de bombas. No porque lo digan las encuestas, sino porque lo dicta el sentido común y la historia. Es útil recordar una expresión usual en muchos países en desarrollo: las leyes son de papel, las bayonetas son de acero. En otras palabras, aquí y ahora necesitamos hechos que avalen la ejemplaridad de nuestros dirigentes.

La nuestra es una época de prensa amarillista «de investigación», permanentemente a la pesca de conspiraciones con las que poblar un espacio público ominosamente vacío, también a la caza de nuevas causas capaces de generar un «pánico moral» lo suficientemente feroz como para dejar escapar un buen chorro de resentimiento y odio acumulados, intentando sacar petróleo en donde solo hay basura. Ya lo dejó escrito Zygmunt Bauman. Tenemos instituciones zombis. La pregunta es si su resurrección es aún factible o, si no lo es, cómo podemos disponer para ellas un funeral y una sepultura decentes.