Ingredientes para un nuevo Estatuto (III): La denominación de Asturies

Nicolás Bardio
Nicolás Bardio REDACCIÓN

OPINIÓN

10 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué tienen en común Gaspar Llamazares, Francisco Álvarez-Cascos, Gaspar Melchor de Jovellanos y Xuan Xosé Sánchez Vicente? Claramente muy pocas cosas, salvo que todos ellos coincidirían en decir que Asturies es un país.

Así es como lo denominaba Jovellanos que es, a fin de cuentas, el «Padre de la patria» moderna tal y como la entendemos ahora y como debería ser: Un sujeto político soberano, encajado libremente en España, con su bandera actual y sus derechos políticos inherentes. El término país no sólo está muy arraigado en nuestra tradición política (pensemos en las Sociedades de Amigos del País de Asturias) sino que también está muy presente en nuestra lengua propia: «carru del país»; «traxe del país» y hasta la gente que nos rodea son «paisanos» y «paisanes».

La denominación país se usa en la Comunidad Valenciana de forma oficiosa cuando se habla del «País Valenciano» o en Castilla y León cuando se habla del «País Leonés» y es la oficial cuando hablamos del «País Vasco». Hay más países en Europa sin que por ello, deban ser necesariamente estados independientes; y es que país es una definición de consenso, arraigada en nuestra lengua y en nuestra tradición política y  hasta en castellano, según la segunda acepción de la RAE, que es la que aquí nos ocupa, es un «Territorio, con características geográficas y culturales propias, que puede constituir una entidad política dentro de un Estado».

Privar a Asturies del término país e imponer en su lugar otros términos ajenos a su tradición política y a su lengua como serían nación (para los que miran a Cataluña), nacionalidad o comunidad (para los que miran a la Constitución), región (para los que miran al Franquismo) no tiene ningún sentido; y muy especialmente este último porque Asturies es un país, aunque pequeño, sí lo suficientemente grande como para tener sus regiones: Les Cuenques, el Eo-Navia, Oriente...

Pero si hay algo que es realmente necesario eliminar a la hora de cambiar la definición de nuestra Comunidad Autónoma, ese algo es, sin duda, acabar con el término «Principado». En una sociedad cada vez más democrática y madura como la nuestra, donde instituciones como la Corona tienen una tasa de aprobación cada vez más baja, ¿Qué sentido tiene mantener como denominación para Asturies un «Principado» que no hace más que recordar a los siglos más oscuros de nuestra historia? Ninguno. Las terminologías no democráticas como Reino, Principado, Imperio... No tendrían que tener cabida en el nombre de una comunidad autónoma y, ya puestos a tener una, ¿Por qué Principado sí y Reino no? Que lo fue antes, y más tiempo... Ningún sentido. Y es por eso que Asturies en el nuevo estatuto, tiene que dejar de ser el «Principado de Asturias» para ser, sencilla y llanamente, Asturies; un país atlántico constituido en Comunidad Autónoma... Hasta que pueda al fin poder constituirse en Estado Federado y sujeto político de la III República Federal Española.