El trance

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Rajoy abandona el hemiciclo tras despedirse del Congreso
Rajoy abandona el hemiciclo tras despedirse del Congreso Javier Lizón

17 jun 2018 . Actualizado a las 08:45 h.

El 26 de julio de 1945 Winston Churchill recibió el peor desaire de su vida. Seis años después de guiar a los británicos en el lance más doloroso del siglo, los ciudadanos encomendaron al laborista Clement Attlee la tarea de reconstruir el país. Aquella tarde aciaga, sir Winston digirió una derrota inaudita con la amargura de quien se considera demasiado bueno para perder. Acompañado de su mujer Clementine y de Anthony Eden, en la penúltima intimidad de Downing Street, sentenció: «Nunca pensé que pudiera ocurrir tal cosa». Puede que el lamento de Churchill no fuese fiel a esta sintaxis pero la perplejidad es lo que brota cuando las cosas se tuercen de forma imprevista. Después aparece la ira o el desprecio pero en el segundo siguiente a un revés radical, uno de esos que en un instante te rectifica la vida, es el desconcierto el que se apodera de ti, ese huérfano que emerge cuando no sabemos qué nos va a ocurrir mañana. Y es justo ahí cuando la tragedia se convierte en un territorio íntimo, en una parcela en la que no hay cámaras ni asesores, en un diván personal e intransferible que le devuelve al líder las hechuras de la mortalidad.

En este trance cósmico ha andado estos días Rajoy, ejemplar en su decisión de hacerse íntimo cuanto antes. Puede que aquella inexplicable tarde en el Arahy fuese una ceremonia de paso, un ritual para entender qué extraño fenómeno había desintegrado el guión de su vida.

El tránsito le ha cogido con varios meses de preparación a Urdangarin, pero el día que el cerrojo de su celda zanje al fin las fabulaciones ilegales de aquel carnoso jugador de balonmano, un abismo de asombro le recorrerá la vanidad.

El tercer desalojado súbito es Màxim Huerta. En él la gestión íntima del desahucio público ha llegado a la velocidad supersónica que impone el presente. Amortiguó el sopapo culpando a una jauría y cerrando Twitter. Cosas de los tiempos.