¿Más cachorros de La Manada?

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

SANDRA ALONSO

27 jun 2018 . Actualizado a las 08:08 h.

Dicen que se hacen llamar La Nueva Manada. Los han detenido por, supuestamente, drogar y violar a una menor en Gran Canaria. Todavía no hay sumario, ni juicio, ni fallo, ni recurso. El asunto no ha hecho más que empezar. Pero, pase lo que pase, el nombre con el que se ha bautizado a sí mismo el cuarteto arrestado en San Bartolomé de Tirajana ya invita al vómito, además de poner en cuestión la inteligencia de los integrantes del grupo. Los mensajes y chascarrillos de La Manada auténtica, la primigenia, la fetén, muestran una verdad terrible más allá de la sentencia. Son los principios de una filosofía, la del cazador de mujeres. Ellas son una muesca más en su particular liguilla de machitos. No se les puede condenar por esos audios en los que escupen su visión de la vida, esos escupitajos que nos lanzan a la cara. Y a los que forman parte de su versión canaria tampoco se les encarcelará por su apodo miserable. Pero ellos les ofrecen el andamio argumental al que se suben otros. En Twitter nunca faltan ni las hienas ni los palmeros. De estos últimos también tienen las manadas. Si ellas van solas de madrugada es porque buscan algo. Si se arriman, que luego no se quejen. Si lleva ropa ajustada, es que quiere marcha. Pero, lejos del zumbido de la colmena, asoman con facilidad historias de terror. Como la de la chica a la que persiguió un desconocido en un párking solitario. Como la de la señora que respiró al llegar a casa porque alguien la seguía cuando regresaba del trabajo. Como la de la estudiante a la que asaltaron en un jardín del campus universitario. Como la de tantas que se han cruzado con ellos. No es para tanto, dirán. Dirán los animales.