La autopsia de Fernando «Plomo»

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

PETER POWELL | efe

03 jul 2018 . Actualizado a las 09:07 h.

La autopsia es sencilla, ante la evidencia científica que aportan los restos. España fracasó en todos y cada uno de los partidos del Mundial, menos el primero. De Gea fue más consecuente e hizo pleno. La estatua hípster fracasó en todos. Está dicho que los entrenadores no sirven para mucho. Los jugadores buenos se entienden entre ellos y solo necesitan que el entrenador ejerza de brujo o motivador y que, como mucho, acierte en los cambios. Pero es conveniente aclarar la segunda parte: un entrenador nefasto se puede cargar a cualquier equipo.

Florentino echó la primera palada de tierra en el cadáver de España con su OPA hostil sobre un Lopetegui al que le pudo la codicia. Culpables los dos, como culpable Rubiales por su ataque de ego. Celades hubiese sido mejor opción. Por lo menos sabía lo que era dirigir un equipo más allá de unos meses al Oviedo de forma catastrófica. Ese era el currículo de Fernando Hierro, ya conocido como Fernando «Plomo», por el tiro de gracia a España y por el aburrimiento al que nos convocó.

No se puede jugar al fútbol andando, menos ante un rival que propone asco y se encierra atrás y se cuelga de los palos de forma patética. Antifúbol contra fútbol sala de pacotilla fue lo que bostezamos el sábado. Si no eras ruso o español, cambiabas el canal. El seleccionador, por llamarle por el cargo, tardó siempre en hacer cambios (señal inequívoca de que no sabía) y cuando sacrificó a uno de los nuestros se equivocó de lleno. Hizo lo que le mandaron los medios de Madrid. Imperdonable sentar a Iniesta (con dos asistencias de gol a pesar de su dudosa forma), cuando a los que tenía que mandar al banquillo eran a la estatua y, en todo caso, a Busquets. Cuando dices que un jugador necesita otro a su lado, es una manera suave de deslizar que ese futbolista es un muerto y no merece estar en el once. Por cómo jugó España, macerada en tedio, con pereza y como si el fútbol fuese un crucigrama solo de horizontales, dio la sensación de que podría salir Ricardinho, del Movistar Inter.

Venga a poner a Lucas Vázquez, a Asensio, a Carvajal fuera de forma, venga a poner al Madrid y a pasar de goleadores verticales como Aspas o Rodrigo. Es imposible hacerlo peor en menos tiempo. Y encima se va diciendo que fue un placer. ¿Un placer? para él. Para los amantes del fútbol fue un suplicio y una manera cruel de cargarse un estilo de jugar y una época que Hierro no puede entender, él que fue un central de los que pasaba el balón, pero no el hombre. Un asesino del talento.