Los cascos blancos se retiran

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

03 ago 2018 . Actualizado a las 09:02 h.

No se me ocurre nada más triste que un ejército en retirada ante el avance triunfal del enemigo. Y no por el fracaso que implica una derrota, sino por el sufrimiento innecesario que se ha producido en la sociedad. Pero, por desgracia, así son las guerras, en las que suele triunfar -que no ganar- el más fuerte, el que tiene más suerte o el que aguanta mejor los embates del contrario. Las guerras no son justas y, por lo tanto, no las gana nadie sino que las pierden todos, algunos más que otros, porque, aunque la violencia agrede a todos, siempre la padecen más los débiles e indefensos. Por eso, la imagen detenida en medio de la nada del desierto de una caravana de autobuses y coches aguardando para traspasar la frontera que separa el infierno de la guerra de Siria de la desolación de un campamento de refugiados en Jordania me parece el mejor epítome para un enfrentamiento que nos ha dejado tantas y tantas fotografías desoladoras.

Cuando un pueblo se levanta es porque no aguanta más, porque el horror de la dictadura de décadas es insoportable. Por eso es tan triste que la división de los opositores al régimen de Bashar al Assad, sobre todo, por la actuación de una miríada de grupos islamistas, haya impedido un cambio de régimen rápido y no tan sangriento. Pero, tras años de sangría, la resistencia de Bashar y la ayuda de Rusia e Irán parece que podrán acabar con la guerra haciendo que el tirano recupere el control. Cientos de miles de muertos, millones de heridos, decenas de millones de desplazados, incontables infancias destruidas, niñas y mujeres violadas y sometidas a todo tipo de violencia, la destrucción de millones de casas, el expolio del legado cultural de civilizaciones milenarias habrán sido en vano. No, no puedo decir que imponer la estabilidad en el país a costa de tanta sangre derramada sirva de consuelo y menos cuando hasta las oenegés huyen en busca de refugio.