Zorrilla, el taxi y la ley gitana

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

05 ago 2018 . Actualizado a las 09:20 h.

Lo que han hecho los taxistas en Madrid y Barcelona se llama un López Obrador. El nuevo presidente de México bloqueó en 2006 el paseo de la Reforma, porque no aceptaba los resultados de las elecciones. Aquello duró más de cuarenta días, dejando lo de los taxistas de aquí en un quiero y no puedo. Lo del taxi unido jamás será vencido que capitanea un tal Peseto Loco, se llama también ley gitana (tantos tomos de Aranzadi para nada). Hay maneras pintorescas de aplicar justicia, como la del buen juez Pedro Ruiz, de Zorrilla, que toma declaración al Cristo de la Vega, testigo de una promesa incumplida.

Pero la más chusca de todas es sin duda la de los taxistas: la justicia de la extorsión. La otra es la de Jordi Pujol, claro, que estos días debe de andar haciendo montañismo con la madre superiora. Es verdad que la Justicia no siempre es justa, y si no que se lo pregunten a los dueños de los pisos de los okupas. Pero es lo más valioso que tenemos, como sin duda estarán de acuerdo Villares, Ferreiro, Núñez Feijoo. Los juristas.

Los niños cuando jugábamos, lo primero que hacíamos era establecer las reglas, lo que se podía hacer y, sobre todo, lo que no. De inmediato pasábamos a incumplirlas alegremente, pero sin reglas no había juego. El cine debe tanto a la ley que sin ella no habría sheriff y por tanto tampoco John Ford, y la televisión se hubiera quedado sin Ironside y sin Eliot Ness, y la literatura sin Matar a un ruiseñor.

Pero entonces llegan los taxistas y toman la calle.