El no argentino al aborto

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

10 ago 2018 . Actualizado a las 07:45 h.

Las movilizaciones en Argentina a favor de regular la interrupción voluntaria del embarazo para que se pueda practicar con garantías sanitarias para las gestantes en el sistema público de salud, van más allá de la situación concreta del país. Ponen voz y foco sobre un asunto que afecta a 316,5 millones de mujeres en el continente americano comprendido entre el paralelo 32 del hemisferio norte y el 52 del sur, exceptuando México DF, Cuba y Uruguay, donde es legal. Son el 52 % de la población que hasta el día de hoy siguen bajo el imperio de una legislación marcada por los dogmas cristianos por ser Estados confesionales. Argentina reconoce en su Constitución la prevalencia de creencias basadas en algo tan etéreo como la fe sobre el razonamiento científico, como se ha comprobado por el argumentario contrario a la legalización que consiguió la mayoría en el Senado.

En el otro lado, desde donde se reclama el derecho a ejercer una maternidad responsable y voluntaria, no están solo las feministas, como quieren hacer creer los agitadores del hisopo, sean católicos o evangelistas, que andan a la par. René Favaloro, el gran cardiocirujano argentino cuya Fundación es una referencia mundial, y su propia persona, un ejemplo de ética profesional, decía sobre el aborto que «ante ciertas circunstancias, la pobre desgraciadita que no tiene ningún recurso no caiga en ese trasmundo horroroso que la puede llevar a la muerte. Porque no se muere una, se mueren cantidades allí. Por el contrario, la niña privilegiada de una familia con guita va a una clínica de prestigio, se lo hacen sin que nadie se entere y a la tarde puede ir a un baile si quiere porque ya todo pasó. Esa desigualdad a mí no me gusta».

René Favaloro se quitó la vida en el 2000 mediante un disparo en el pecho. En su carta de despedida se declaraba agotado por la sordera institucional de un sistema corrupto que excluía a quienes más lo necesitaban y donde ahora, para mayor escarnio, invocan su nombre quienes justifican las injusticias que él denunció.

América Latina es donde se realizan mas abortos clandestinos en el mundo: medio millón solo en Argentina, donde cada día muere una mujer pobre por esta causa. Las pibas no quieren más muertes. Son las más provida de todas porque defienden que ninguna mujer haya de morir porque le hagan un aborto en condiciones infrahumanas. Favaloro, un santo laico, está con ellas. Y ellas -y las personas que tengan que votar a un nuevo Ejecutivo y a las cámaras legislativas en las elecciones de 2019- deben saber que los ojos del mundo están pendientes de lo que ocurra en Argentina. Son la avanzadilla de una América Latina que necesita ese cambio social que ellas están protagonizando. Y son, con toda seguridad, la demostración de que la lucha feminista es justa y de que no tiene marcha atrás.