¿Crisis económica turca o de Erdogan?

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

13 ago 2018 . Actualizado a las 08:24 h.

Son tal para cual. Dos ególatras frente a frente: Trump y Erdogan. Por eso, no puede extrañar este nuevo enfrentamiento dialéctico. Aunque el detonante fue la detención de un pastor protestante norteamericano en Turquía acusado de colaborar con la guerrilla kurda del PKK, y la posterior negativa de Ankara a extraditarlo a EE.UU., la subida estadounidense de aranceles al acero y el aluminio ha hecho estallar a Erdogan. El sultán turco está furioso porque es la primera vez que está de verdad contra las cuerdas.

Desde hace quince años, se ha salido con la suya sin que nadie haya sido capaz de poner freno a su avance. Ha sido tan hábil que, incluso, ha logrado revertir los efectos perniciosos del fallido golpe de estado del 2016, eliminando cualquier posible vestigio de resistencia.

Hasta hace poco, Erdogan estuvo acompañado por la suerte, en casi todos los ámbitos. En primer lugar, durante años, la mejora de la economía turca propició que, incluso aquellos que no comulgaban con su ideología islamista radical, le votaran en aras de la prosperidad del país.

En segundo lugar, su manipulación del «espíritu nacional» turco le ha permitido volver a atacar a los kurdos, que llevan décadas reclamando la autonomía que les corresponde. En tercer lugar, la ubicación estratégica de Turquía permitió a Erdogan chantajear a la Unión Europea para obtener fondos con los que «retener» a los millones de refugiados sirios y de otros lugares que llamaban a las puertas de Europa, y que ahora que se hacinan en su territorio esperando una oportunidad para saltar al continente.

En cuarto lugar, su posición clave para la estructura defensiva de la OTAN, a caballo entre Europa y Asia, permitió que a nivel internacional se hiciera la vista gorda sobre la colaboración de Turquía con Daesh (acrónimo árabe del Estado Islámico) y su injerencia en Siria.

Pero, el castillo de naipes se está viniendo abajo con un déficit comercial del 6 %, una inflación del 16 % y la caída en picado de la lira turca. Turquía vuelve a estar en precario y ni siquiera una posible alianza con China y Rusia será capaz de obrar un milagro económico en un entorno hostil.

El sultán turco está furioso porque es la primera vez que está de verdad contra las cuerdas: la economía cae en picado por la subida de aranceles al aluminio y al acero en EE. UU.