Gran Hermano en Vich

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Plaza Mayor de Vich
Plaza Mayor de Vich ANC

03 sep 2018 . Actualizado a las 09:13 h.

Alas ocho en punto de la tarde, los altavoces de la sede del ayuntamiento en la plaza mayor de la localidad barcelonesa de Vich emiten el siguiente mensaje: «No normalicemos una situación de excepcionalidad y de urgencia nacional. Recordemos cada día que hay presos políticos y exiliados. No nos desviemos de nuestro objetivo, la independencia de Cataluña». Las palabras, pronunciadas con un tono grave y metalizado, son precedidas del repicar de campanas de lo que se conoce históricamente en Cataluña como la llamada al somatén, las milicias civiles armadas que eran convocadas cuando un pueblo se encontraba en peligro. Esta propaganda, pactada por el consistorio con las entidades secesionistas ANC y Òmnium Cultural, tiene reminiscencias del Gran Hermano de Orwell y se asemeja a los rezos del muecín que desde la mezquita convoca a los fieles musulmanes para que acudan a la oración. Y explica muy bien lo que está pasando en Cataluña. Es lo mismo que sucede con la apabullante proliferación de lazos amarillos, cruces en las playas y plazas, pancartas exigiendo la libertad de los supuestos presos políticos y esteladas que se colocan en instituciones públicas o la manipulación sistemática que lleva a cabo TV3. Se trata de ocupar totalmente el espacio público para dar la sensación de que existe un consenso básico en la sociedad catalana, ese «un solo pueblo» del que hablan torticeramente Puigdemont y Torra. Se trata de hacer invisibles y arrinconar a la mitad de los catalanes que no piensan así e ir captando a los indiferentes que sucumban a ese asfixiante pensamiento único. Quien se salga del redil será señalado. Una calculada guerra simbólica y psicológica en la que los separatistas han logrado imponer sus marcos mentales y políticos.