Trump ante el «check and balance»

Luis Grandal
Luis Grandal AL DÍA

OPINIÓN

05 sep 2018 . Actualizado a las 07:39 h.

Se le atribuye a Thomas Jefferson, redactor de la Constitución de los EE.UU. y dos veces presidente, la famosa frase: «Prefiero una prensa sin Gobierno que un Gobierno sin prensa. Lo importante es el derecho del pueblo a saber, a estar informado». Desde los comienzos de la democracia americana, la libertad de opinión y de prensa forma parte de su ADN y así consta entre las primeras enmiendas a su Constitución, que solo tiene siete artículos. Desde el advenimiento a la presidencia de los Estados Unidos de Donald Trump, algunos de los medios de comunicación han sido tachados por el presidente de «basura». Trump se equivoca, los medios de comunicación no son el enemigo, son la garantía de la democracia en las sociedades libres y la de EE.UU. lo es desde hace más de 200 años. Si tiene algo la sociedad americana es que su sistema escruta con lupa la política de sus dirigentes, lo que le confiere una garantía de funcionalidad y permanencia. Es el sistema que se conoce como check and balance. Todo lo que acontece dentro de este procedimiento es fiable para la permanencia del buen funcionamiento de la democracia. Fuera de él es una perversión del sistema. La sociedad americana está amparada si el check and balance funciona. De no ser así acabará autodestruyéndose. Pero el check and balance no depende de la prensa, sino de la Cámara de Representantes y el Senado. Los medios de comunicación americanos están al acecho de cualquier metedura de pata de Donald Trump. Desde los affairs empresariales a los affairs sexuales. Pero donde tiene su talón de Aquiles Donald Trump, al parecer, es en su campaña electoral y más en concreto en su financiación y en el apoyo de Rusia. La reciente declaración de su abogado personal, Michael Cohen, es demoledora sobre dos figuras femeninas, que tenían información comprometedora. Una chica playboy y una actriz porno. Pero más fuerte todavía es que Cohen tiene información, aún no revelada, sobre el hackeo ruso que le benefició en su campaña frente a Hillary Clinton.

El check and balance supone que los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tienen una funcionalidad específica. Pero esta separación no es radical porque los tres poderes intervienen de algún modo en las áreas de los otros dos. Nos esperan meses muy interesantes con elecciones a renovación en las dos cámaras. Una mayoría de demócratas en alguna de las cámaras podría llevar a un impeachment (acusación) al presidente. Y quizás también con mayoría republicana porque en EE.UU. no hay disciplina de voto para sus representantes. Hay que subrayar que el impeachment solo ha sido posible con Andrew Johnson (1868) y Bill Clinton por mentir en el caso Lewinsky (1999). Nixon lo evitó en 1974 dimitiendo. Los tribunales están al acecho a la espera de la decisión. El impeachment se aplica con relativa frecuencia aunque no contra el presidente. Donald Trump juega con fuego y se puede quemar. Los demócratas van a por él y una parte de los republicanos no están muy contentos con su política condescendiente con Putin. Una gran parte de la prensa le tiene ganas. En el impeachment la Cámara de Representantes investiga los hechos y presenta los cargos de acusación al Senado. Y si este considera probado alguno de ellos por mayoría de dos tercios, destituye al acusado, sin perjuicio de las penas que puedan imponerle luego los tribunales ordinarios. Los medios de comunicación están sedientos de un nuevo Watergate.