De cómo Sánchez hunde España

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

JONATHAN NACKSTRAND | Afp

06 sep 2018 . Actualizado a las 21:03 h.

¿Todavía hay quien sostiene que Pedro Sánchez, aparte de algunos gestos para la galería, no ha hecho nada en sus primeros cien días? Pues se equivoca. El presidente ha podemizado la economía y ha colocado la crisis a la vuelta de la esquina. Y aunque los fiscales Albert Rivera y Pablo Casado no entran en detalles, intentaré esbozar algunas actuaciones delictivas del acusado, que forman parte de su estrategia para hundir la economía española. 

Durante el mes de agosto, Sánchez suprimió más de 200.000 afiliados de la Seguridad Social. Lograr esta marca, récord en cualquier agosto de la última década, no es tan sencillo como parece. Requiere un intenso trabajo previo. Por ejemplo, para conseguir despedir a 57.706 profesores de los colegios privados tuvo antes que demoler nuestro modelo productivo de trabajo fijo y estable, e implantar la rotación y la precariedad en el empleo. Y, a mayores, pisar a fondo el freno de la economía.

Y así lo hizo. Para acabar con el turismo, subió la inflación, revalorizó el euro y, en vez de devolver inmigrantes, devolvió los turistas que nos habían prestado Túnez, Egipto o Turquía. Para doblegar el motor del consumo, esa demanda embalsada durante la crisis y que había desaguado durante la recuperación, incrementó los precios, mantuvo la congelación salarial y, sin necesidad -todavía- de freírnos a impuestos, redujo el poder de compra de las familias.

Paralelamente, con el fin de evitar que la bonanza europea le chafase su estrategia destructiva, suprimió los archifamosos vientos de cola. Subió el petróleo, anunció al alimón con Mario Draghi la paulatina retirada de estímulos monetarios del BCE, abrió la espita a la subida de los tipos de interés y probablemente colaboró con Trump y demás proteccionistas en la contracción del comercio mundial.

Y todo en tres meses. Tienen razón Rivera y Casado: este buldócer nos entierra en la miseria si le concedemos una prórroga. Lo que no entiendo, siendo las cosas así, es el empecinamiento de la derecha en impedirle a Sánchez que use la herramienta fundamental de toda política económica: los Presupuestos Generales del Estado. Esa radical oposición, sin escrúpulos en el uso del filibusterismo parlamentario y el veto del Senado, impide que el tahúr enseñe sus cartas. ¿Acaso no queda palmariamente demostrado que Pedro Sánchez tiene sobrada capacidad para hundir el país sin mover un dedo, sin modificar un ápice la herencia recibida, utilizando únicamente los excelsos y expansivos Presupuestos que le han dado y la eficiente reforma laboral que anteayer denostaba?

Dicen que Sánchez, parapléjico y maniatado por socios de sospechoso pelaje, no hace lo que tiene que hacer. Si lo hiciera, cabe colegir, PP y Ciudadanos correrían alborozados, blandiendo su patriotismo, a socorrerlo y apoyarlo. Ingenuo de mí. Haga lo que haga, con capa heredada o sayo propio, Pedro Sánchez constituye un peligro. Y lo que realmente tiene que hacer es marcharse con viento fresco. Si no me creen, pregúntenle a Rivera o a Casado.