Basora en llamas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

MURTAJA LATEEF | Efe

09 sep 2018 . Actualizado a las 09:55 h.

Siempre quise conocerla pero nunca fue seguro visitarla. Por uno u otro motivo, la segunda ciudad más grande de Irak, la única costera también ha sido de las más levantiscas. Debe ser cosa del mar que trae vientos de conflicto siempre que sopla hacia la tierra de Mesopotamia. 

Y es que Basora, ciudad de Aladino, está lejos de ser una idílica urbe surcada por canales que hicieron que se la calificara como la Venecia de Oriente Próximo. Hoy estos canales son cloacas inmundas. El agua está tan contaminada que la ciudad está sitiada por el cólera, aunque no haya trascendido que más de 17.500 personas han sido tratadas por esta enfermedad en los últimos dos meses. Desde hace más de 30 años no se ha saneado el suministro de agua, de tal manera que las filtraciones de las residuales y salitre hacen inútil la cloración. La electricidad es casi inexistente. No es por falta de recursos económicos. Por la producción de petróleo se ingresan casi ocho mil millones de dólares mensuales. Pero, estos ingresos se pierden por la corrupción.

Aunque hay noticias que han pasado sin pena ni gloria (las protestas en Basora, con ya una docena de muertos; asalto al consulado de Irán y quema de la sede del Gobierno incluidos), constituyen el acontecimiento más peligroso que vive Oriente Próximo. Son muchos los frentes abiertos: el inminente ataque al último bastión rebelde de Idlib en Siria, la guerra del Yemen, el eterno conflicto palestino, el boicot saudí a Qatar, etcétera. Pero, la falta de atención a esta escalada de violencia puede hacer que se extienda al resto del país y, lo que es peor, internacionalizarse por la variedad de intereses existentes, sobre todo, por la relación con Irán. Y es lo que tiene el fuego que es fácil iniciarlo pero difícil apagarlo.