Sánchez-Torra

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

10 sep 2018 . Actualizado a las 08:22 h.

Qué parte del discurso del president catalán, Quim Torra, no acaba de entender el presidente español, Pedro Sánchez? Lo digo porque el alegato del catalán es uno de los más cortos, insistentes y reiterativos que he podido seguir en mis años de periodista. Pero Sánchez no se da por enterado de ello, o quizá sucede que presta más atención a sus propios deseos que a las insistentes reiteraciones del president de la Generalitat. 

Es cierto que Pedro Sánchez no para de darle vueltas al asunto catalán, no sé si con la esperanza de arreglarlo o tan solo con la ambición de mantener el apoyo de los independentistas para seguir en La Moncloa. En cualquier caso, la situación todavía no está para tirar cohetes, porque no se ve que haya fiesta del acuerdo por ninguna parte.

De Quim Torra no me gusta hablar, porque no veo en él nada que comporte una solución al problema creado. En cuanto a Pedro Sánchez, es fácil saber lo que quiere, pero asombra que crea que puede conseguirlo con complacencia y rapidez. ¿Ingenuidad o torpeza? No lo sé. Pero yo creo que el problema catalán seguirá siendo un problema incluso cuando Sánchez se harte de manifestar sus esperanzas de arreglo o acuerdo.

Sin embargo, quizá el galimatías no sea tan difícil de entender. Porque la verdad verdadera es que Pedro Sánchez anhela alcanzar un acuerdo que le permita seguir en La Moncloa, y Quim Torra sigue queriendo lo mismo que quería y quiere Puigdemont. ¿Hay posibilidades de acuerdo? No lo creo. Pero sí que hay posibilidades de ir estirando la apariencia de un diálogo, sin que el acuerdo -el deseable, el necesario- llegue nunca.

¿Y qué tememos los ciudadanos? Que apretado por sus ambiciones, Sánchez pueda ir cediendo «invisiblemente» en lo que no se puede ni se debe ceder. Por ello, somos muchos los que esperamos que nuestro presidente tenga claros estos límites, por más que dificulten sus legítimas ambiciones personales. La solución del «problema catalán» no pasa por acortar los caminos y aumentar las concesiones.

Al contrario, la solución -que existe y es factible- pasa por respetar el marco constitucional, sin dejar de fraguar acuerdos desde la comprensión y el respeto. Aunque esto llevará su tiempo, seguro.