Pero quién ha informado tan mal a la ministra de Defensa para que haya tomado la decisión de que España suspenda la venta de 400 bombas a Arabia Saudí sin pensar que podría traer serias consecuencias diplomáticas y económicas. Esas bombas ni tan siquiera fueron fabricadas en España, sino que lo fueron en Estados Unidos, y formaban parte del stock de Defensa. Los árabes ya habían pagado 9,2 millones por el lote de segunda mano. La ministra ha dicho en el Senado que no está suspendida la venta -contradiciéndose con declaraciones anteriores- sino que está en estudio. Primero provoca el incendio y luego rectifica. Tras su entrevista la pasada semana, in extremis, con el embajador saudí en España, en la que estuvieron un alto cargo de Exteriores y el director del CNI, se ha retractado. Cometió una irresponsabilidad con su incontinencia verbal. Tirando de la diplomacia, las bombas acabarán seguramente en Riad. En Navantia respirarán tranquilos porque con las cosas de comer no se juega. ¡Qué se lo digan a Kichi!
Tenemos a un secretario de Estado de Defensa que toda su experiencia profesional la basa en haber sido tres veces gobernador civil, delegado del Gobierno dos, director general de la Policía, y alcalde de Burgos. Bien, suponemos que no tiene por qué conocer de geoestrategias internacionales. Pero el subsecretario y su directora de gabinete, sí deben saber algo de esto, para eso son del CNI. Defensa tiene muchísimos militares profesionales de todo rango que están muy bien informados de lo que pasa en el mundo. Por eso nos extraña el desliz de Robles haciendo de bombero pirómano.
Lo cierto es que esta crisis tiene un ganador: Irán. Y por lo que nos toca más de cerca: Podemos. Para Irán, porque si desestabiliza las buenas relaciones que España mantiene con Arabia Saudí, es un triunfo para su lucha hegemónica en Oriente por el control del Islam. Irán está en cuarentena por su programa nuclear. Y en el caso de Podemos la cosa está clara. Nos lo dijo Pablo Iglesias en el 2013: «A los iraníes les interesa que se difunda en América Latina y en España un discurso de izquierdas porque afecta a sus adversarios. ¿Lo aprovechamos o no lo aprovechamos? Para mí, quien haga política tiene que asumir cabalgar contradicciones y nosotros estamos dispuestos a cabalgarlas. ¿Son contradicciones?, por supuesto que sí» (Sic). Nos preguntamos si este es el precio.