Protocolo más allá de Covadonga

OPINIÓN

Los reyes Felipe y Letizia, la princesa Leonor (2ªi) y la infanta Sofía (2d) posan ante el lago Enol tras un recorrido con motivo de la celebración del primer centenario del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga -embrión del actual Parque de los Picos de Europa
Los reyes Felipe y Letizia, la princesa Leonor (2ªi) y la infanta Sofía (2d) posan ante el lago Enol tras un recorrido con motivo de la celebración del primer centenario del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga -embrión del actual Parque de los Picos de Europa Juan Carlos Hidalgo

14 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la resaca de la Diada catalana podemos mirar desde lejos el protocolo de las instituciones en las festividades autonómicas. Porque todavía estamos los asturianos rememorando los eventos del fin de semana.

No es el protocolo una cuestión baladí, una mera procesión de formas que hacen que las cosas sean blancas o negras, porque cuando se trata de las instituciones del Estado, no hay blancos o negros o imposiciones inmutables.

Cuando hablamos de puestas en escena de las instituciones hablamos de técnicas de organización, de ordenación de autoridades, de comunicación, de seguridad, etc. Y tanto si la organización de un evento  la hace la Generalitat de Catalunya, como si la hace el Gobierno del Principado de Asturias, como Moncloa o la Casa Real; estaremos ante un protocolo oficial.

Surge esta reflexión en su conjunto, tras observar que en estos días el concepto protocolo ha vuelto a cobrar protagonismo, pero lo ha hecho unívocamente ligado a la visita de la Familia Real en Asturias. Casi tiene rango de trending topic la opinión entre los asturianos de que su día fue como fue y no podría haber sido de otra manera porque «lo dicta el protocolo». Ahora bien, este dictado sólo es «incuestionable» cuando media la presencia de la Casa Real.

Y para no irnos por los cerros de Úbeda (o de Barcelona), nos quedamos en nuestras fronteras asturianas y hacemos notar que en este fin de semana tanto el Jefe del Estado como el Jefe del Gobierno han tenido presencia en la región.

La pregunta retórica sería: ¿acaso el Presidente del Gobierno no actúa conforme al protocolo?

Como ya daremos por hecho que sí, podemos contraponer la organización de los actos desarrollados en Covadonga, con el del día posterior en Oviedo.

En primer lugar, cabe señalar que el simbolismo sucesorio es fundamental para la Corona, y esto fue exactamente lo que sucedió en Covadonga.

Desde los inicios de las formas de Estado monárquicas, la ordenación de la herencia del trono es un recurso que garantiza su continuidad. Y si reflexionamos sobre la filosofía de las sucesiones dinásticas podemos darnos cuenta rápidamente que estas no dejan de ser una regulación de precedencias en la sucesión al trono. Así, la posibilidad de las dinastías reales descansa directamente en un desarrollo del protocolo y un perfeccionamiento de los métodos y aplicaciones del mismo .

En el acto en el que se venía a reivindicar el papel de sucesora de la Princesa Leonor, estaban presentes el Presidente del Principado, el de la Junta General, la Delegada del Gobierno en Asturias y cinco expresidentes. Todos ellos ocupando, el orden (la precedencia) correcta, por lo que podría no caber más comentario.

Pero si nos vamos un poco más allá y pensamos en las ausencias, rápidamente notamos que estas son destacables. Durante el fin de semana hemos podido ver a los líderes políticos de la mayoría parlamentaria en actos que incluían a sus masas sociales (tal es el caso del PSOE, de Podemos o de IU), sin embargo ninguno de estos líderes políticos participó de los eventos de Covadonga.

Y esto quizá sea debido a la cercanía o la distancia que el protocolo puede generar entre las instituciones y el pueblo y, en el caso concreto que estamos analizando, primó un distanciamiento importante. Por primera vez en un decenio no hubo procesión de la Virgen, la misa en la basílica fue restringida, los accesos a Covadonga limitados a poco más de 1.000 personas, e incluso el trayecto desde la Cueva de la Santina hasta la Basílica fue en vehículos oficiales y no a pie por parte de la Familia Real.

Otro hecho se pudo echar en falta, la ausencia total de discursos, ni por parte del Jefe de Estado, ni de las instituciones autonómicas.

Se produjeron, al mismo tiempo y motivadas por la presencia de la Familia Real, escenificaciones de protesta, que «protocolariamente» fueron convenientemente alejadas.

Ahora pasamos a analizar la presencia del Presidente del Gobierno el domingo en Oviedo. Se produjo en pleno centro de la capital, en el Paseo del Bombé, que permaneció abierto al público, aunque el acto tenía una delimitación de espacios, estos no impidieron acercarse ni participar a quienes diesen un paseo por el Parque San Francisco. Tanto es así que se produjeron protestas, motivadas también por la presencia del Presidente del Gobierno, sucedieron en el lugar exacto en el que se produciría la intervención.

El acto se retrasó unos minutos y cuando estas finalizaron, aún con presencia de los manifestantes, el Presidente accedió al espacio en el que se desarrollaría el evento por el acceso más cercano a las manifestaciones.

También en el acto del Presidente hubo ausencias, de las cuales cabe una lectura política y no protocolaria, un jardín que para nada pisaré. Pero sí señalaré la ausencia de, al menos, un recibimiento, una fotografía oficial por parte del Gobierno autonómico al Gobierno central, es una fotografía a la que estamos más que acostumbrados seas cuales sean los colores institucionales.

Convivieron en este acto: la organización que requiere la presencia del Presidente del Gobierno, la posibilidad del pueblo de participar de la visita, la posibilidad de la ciudadanía de manifestarse contra la visita, la seguridad nacional, la difusión y la comunicación de estrategias institucionales.

Se sucedieron muchas citas este fin de semana en Asturias, políticas, culturales, deportivas… Cada una decidió su protocolo, algunas tuvieron carácter de masas, otras carácter exclusivo, pero lo que está claro es que existir, existió. Por eso, esta visión comparativa entre las dos destacadas presencias sólo quiere poner el foco, en que «en su casa» cada uno establece los criterios oportunos, y todos ellos (o casi todos) serán válidos; pero cuando se trata de «la casa de todos», es decir, de las instituciones públicas, el protocolo no es un dictado, es una estrategia.

Las técnicas de organización y protocolo nos permiten, en el momento social en el que nos encontramos, que estas instituciones sepan acercarse a la ciudadanía, que asuman la pluralidad como el derecho que es, que si buscan reconocimiento para si mismas reconozcan a otras instituciones, que la seguridad no se convierta en una forma de distanciamiento… En definitiva, que el protocolo no sea más una excusa para pasar a ser una oportunidad, que al aplicarlo sea el pueblo y las instituciones quienes salgan reforzados.