La Casa Común

OPINIÓN

15 sep 2018 . Actualizado a las 08:29 h.

Hablar de Casa Común con la que está cayendo puede sonar ridículo. La globalización, que tantas esperanzas había suscitado, parece que solo ha traído tragedias, salvo para las grandes multinacionales. Los nacionalismos rancios y la xenofobia están renaciendo de sus cenizas.

Por todo ello es más necesario que nunca entender y hablar del planeta como de una Casa Común. Nuestro futuro en una civilización decente exige una mirada amplia, una fraternidad universal y una ciudadanía activa.

Hay dos pilares básicos para avanzar con paso decidido en esa dirección: ofrecer agua potable y energía limpia a todos los seres humanos, no solo a los del propio país.

Es un reto tecnológico y político, ciertamente, pero sobre todo es un imperativo ético.

En los países industrializados, a pesar de los períodos de sequía que de vez en cuando sufrimos, nos sigue costando bastante asumir que el agua es un recurso escaso que debemos cuidar y gestionar con esmero.

La posibilidad de sufrir una crisis aguda de agua en el planeta dentro de pocos años es bien real. Por otro lado, el problema de la contaminación atmosférica y el cambio climático, a pesar de lo que diga Donald Trump, obliga a desarrollar políticas para reducir drásticamente ya la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes, desarrollando fuentes de energía renovable: por intereses particulares y en contra del bien general, a día de hoy la utilización de estas energías es exigua.