Pero le regalaron el máster

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

24 sep 2018 . Actualizado a las 07:39 h.

La cúpula del PP recibió a Pablo Casado como si fuera un héroe tras la decisión de la fiscalía de pedir el archivo de su caso del máster. La euforia se palpaba. El propio líder popular estaba exultante, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Y, de hecho, es así, una petición de imputación lo hubiera dejado muy tocado políticamente. Pero una cosa es la responsabilidad penal, de la que ha sido exonerado, y otra la política. Es obvio que si no fuera aforado estaría investigado, como las tres alumnas que sí lo están por los mismos hechos. Porque el tema de fondo es que Casado recibió un trato de favor en el chiringuito que montó Enrique Álvarez Conde en la Universidad Rey Juan Carlos. O, dicho de otro modo, le regalaron el máster por la cara, haya o no delito, haya prescrito o no el cohecho impropio que le atribuía la jueza. Le convalidaron 18 de las 22 asignaturas, no fue a clase, no hizo exámenes, no conocía a los profesores y se ha negado a enseñar los cuatro trabajos que le sirvieron para aprobar los créditos que le faltaban. Con lo fácil que habría sido mostrarlos y despejar todas las dudas. ¿Qué habrá en ellos para que los esconda? Esta pregunta quedará sin respuesta si, como está cantado, el Tribunal Supremo da carpetazo judicial al asunto. Casado ha sobreactuado diciendo que la verdad al final ha resplandecido y se ha demostrado que «no todos somos iguales», en referencia a lo que había dicho Carmen Montón. Tan crecido está que se fue a Valencia para decir que el PP ha dejado en esa comunidad un «legado impecable». Sí, el partido de Camps, Costa, Zaplana, Olivas, Blasco, Cotino, Fabra, Rus, Castedo y decenas de condenados e imputados. Un legado impecable, sin duda. Pero de corrupción.