Bill Cosby

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

26 sep 2018 . Actualizado a las 08:04 h.

Como ha quedado demostrado para el juez que es un «depredador sexual violento» su condena tiene un tope de diez años de cárcel. Bill Cosby se pasea por el jardín de los delitos prescritos. Solo fue procesado por abusar de Andrea Constand tras haberla drogado en su mansión de Filadelfia. Lo habían acusado más de sesenta mujeres. Pero solo este caso llegó a los tribunales. El cómico es un símbolo, un macroorganismo de las alcantarillas sexuales que achican porquería a toneladas en el show business, esa industria tan supuestamente moderna, tan presuntamente progre. Los monstruos aprovechan distintos púlpitos para coleccionar presas. «¿Quién va a creerte, chica? Yo soy una estrella de la tele, hago feliz a la gente». «¿A quién vas a recurrir, chaval? Yo soy el pastor del rebaño». «¿Quién va a ayudarte, niña? Yo soy de la familia, el hijo perfecto, el cuñado ideal». Y, mientras, el tiempo pasa. Nunca llega el olvido, pero sí la impunidad. Es como si la violación nunca hubiera cotizado mucho en la bolsa del crimen. Recientemente, un tribunal portugués decidió dejar en suspenso la pena de cárcel impuesta a dos hombres que violaron a una joven que estaba inconsciente en el baño de un bar. Quedó demostrada la agresión, pero se considera que «la ilegalidad no fue elevada», que «no hay daños físicos ni violencia» y que la culpa de los acusados se sitúa «en la medianía al cabo de una noche con mucha bebida alcohólica, ambiente de seducción mutua». Faltó la perla que se intuye en el escrito. Esa punzada de sinceridad. La misma frase que habrán tenido que soportar muchas de las decenas de víctimas de Bill Cosby cuando decidieron tomarse algo con él. «Mujer, tú te lo has buscado»