Peaje sexual

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

27 sep 2018 . Actualizado a las 07:53 h.

No soy mitómana ni puedo identificarme con el fenómeno fan. Quizás sea debido a que hay numerosos artistas a los que sigo y me resulta imposible limitar mi aprecio a uno solo. Sin embargo, hay algunos a los que consideré referentes. Por ello, no puedo negar que me resulta penoso ver cómo un actor con el que me reí tanto como Bill Cosby hoy ocupe una celda en la cárcel. De sesenta acusaciones presentadas contra él solo pudo ser juzgado por una. Las demás habían prescrito. Las víctimas tardaron demasiado en reunir el valor para denunciar.

No obstante, una resultó suficiente para que fuera condenado y calificado por el propio juez como un depredador sexual. Y me resulta penoso porque, es solo la punta del iceberg de una práctica tan habitual como impune en el mundo artístico norteamericano pero, sin duda, también en casi todos los demás ámbitos profesionales y en todos los países. Y es que a las mujeres, a las que nadie discute ahora su derecho a la educación y el acceso a cualquier profesión, siempre se nos ha medido con otra vara, siempre hemos tenido que pagar unos peajes que se entendían como naturales e intrínsecos a nuestro género y que está costando sangre, sudor y muchas lágrimas eliminar. Peajes injustos, patriarcales y crueles que van desde las advertencias sobre el riesgo que corremos por ir de noche solas por la calle. Peajes como el de soportar que el jefe sea «cariñoso», el de trabajar el doble para ganar la mitad o que compañeros menos cualificados asciendan mientras nosotras permanecemos en puestos de menor categoría. Peajes que en el ámbito privado siguen cobrándose la vida de mujeres y niños inocentes como esta semana, porque ya no queremos pagar más y hemos decidido que ¡basta ya!