La ministra Dolores Delgado debe presentar su dimisión al igual que lo hicieron Màxim Huerta y Carmen Montón. Su perfil no coincide con el del Gobierno bonito que nos presentó en su momento el presidente Sánchez. La ministra no respeta la libertad sexual, pues llamó «maricón» al ministro Grande-Marlaska, y eso, por mucho que sus compañeros de partido le quieran restar importancia, la tiene y mucha. Su presunto feminismo está más que en entredicho ya que en las grabaciones difundidas, Delgado deja meridianamente claro su preferencia a trabajar con hombres «porque sé perfectamente por donde van». ¿Es quizás una crítica a la cualificación profesional de las mujeres miembros del poder judicial? Por último, y quizás lo más grave, Delgado debe dimitir, y en esto coincido con Pablo Iglesias, por no ser de recibo que en España haya ministros que sean amigos de personajes como Villarejo. ¿Qué enemigo íntimo le dio las claves a Pedro Sánchez para formar su ejecutivo? No se recuerda en la historia de la democracia que en poco más de tres meses un Gobierno se encuentre con que tres ministros tengan que irse por la puerta de atrás, a la espera de lo que acontezca con Pedro Duque, que parece que seguía en el espacio mientras sus asesores fiscales le liquidaban sus impuestos. Rajoy, desde su flamante registro, estará recordando aquello de que «alguien vendrá que bueno me hará».