02 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es así de sencillo, manifiesto, crudo e incomparablemente más repugnante que la palabrota del título y las que usaré en este texto. Avisaron con la chulería del impune: «La calle siempre será nuestra». Son varios miles, y se van sumando más y más, en una Cataluña donde se permite, y se inculca, hacer lo que a los ultras étnicos les salga de los cojones.

No cabe en la cabeza del nazi Torra y sus secuaces otra deriva que el respaldo a quienes imponen el terror en las calles y entran y sabotean edificios públicos, estaciones de ferrocarril, peajes (Torra, además de nazi, es un delincuente de lo más común: se jactó de no pagar los peajes) y revientan manifestaciones autorizadas y apalean a quienes les salen de los cojones; o sea, a los que llaman “fascistas españoles”. Puigdemente eyacula varias veces en su palacete belga, gozoso él.

Los Mozos son la Gestapo de esta «república democrática». Hay mozos, como cientos de miles de ciudadanos, acosados y vilipendiados por compañeros de esta policía política, policía que detiene y ficha a quien se atreve a retirar una soga amarilla o portar una bandera española, que ayuda a los terroristas de los CDR, de Arran, de la CUP, de Ómnium, de la ANC y de variopintos grupúsculos que la Generalidad subvenciona con millones y millones de euros.

Otros mozos son más discretos y miran hacia otro lado, y solo dan unos cuantos porrazos cuando la turba de los fascistas verdaderos, la de los cojones, se abalanza sobre ellos. Esta turba tiene acojonados a los mozos menos radicales, a los propios políticos independentistas y a todo dios en una tierra que es un espejo de los soviets estalinistas y del maoísmo de la Revolución Cultural, que es lo mismo que decir que es una tierra absolutamente anegada por la mierda.

Pero la causa última de lo que viene aconteciendo en Cataluña, más allá del golpe de Estado y del adoctrinamiento en las severas madrazas y las vejaciones de profesores a hijos de «españoles», es, esa causa, el PSOE de Pedro Sánchez. Primero, cuando apoyó el 155 de Rajoy, no consintió que se interviniera la Consejería de Propaganda Nacionalsocialismo (TV3 y Cataluña Radio), ni que se pusiera coto a las madrazas. Segundo, y ya en La Moncloa, Pedro Sánchez ha pasado a cebar el quiste racista-terrorista, que, así, sigue creciendo y engordando.

Hay dos tipos de golpe de Estado: el perpetrado por una parte del Ejército (Franco) y el impulsado por una parte del Parlamento (Puigdemont). La última sonada, la de Tejero, Milans del Bosch y Armada, fue cortada de cuajo. La sonada catalana, no, de ahí que el quiste haya mudado a tumor y este, a metástasis.

(Escolio: Uno o dos años después de cumplir los 30, consciente del horror de la xenofobia y de los crímenes en masa de los pueblos que se sienten superiores, recopilé, simbólicamente, todas las banderas del mundo y, cada vez que iba a defecar, me limpiaba el culo con una de ellas, incluidas la española y las autonómicas; y las agoté. Si nacía un nuevo Estado, bandera untada. Últimamente me apaño con la vasca, la navarra, la balear, la valenciana y la asturiana, que están, unas más atrevidas que otras, sondeando el derrotero catalán. La estelada: he hecho acopio, y desde el 6 de septiembre de 2017, entre aquellas y esta, no uso papel higiénico).