Pablo Castañón, el actor que nació del carbón y del acero

OPINIÓN

Pablo Castañón, junto a la periodista Esther Canteli
Pablo Castañón, junto a la periodista Esther Canteli

08 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pablo Castañón es una metáfora de la esencia asturiana. En su genoma se dibuja con fuerza y con aplomo la influencia del carbón y del acero, materias donde encuentra su seña de identidad el origen familiar de este actor. Profundamente versátil y minucioso en la interpretación de sus personajes, Pablo exhibe un amplio registro creativo e infinitas caracterizaciones. Como la aleación de la que procede, su personalidad denota firmeza, convicción, valentía y constancia.

Con una mirada que deja huella, a veces dulce, a veces amarga, a veces dura, a veces frágil, profunda o distraída, ingenua o canalla, Pablo Castañón es un actor con proyección que lucha contra viento y marea como si fuera el mismísimo Pedro Menéndez de Avilés, uno de los personajes históricos que ha interpretado recientemente.

Si hubiera nacido en la época del cine mudo, su poderoso y personalísimo lenguaje no verbal lo habría llevado a la consagración actoral. Inquieto e innovador, y en constante evolución y formación, Pablo Castañón es un rebelde que no se rinde y que, si nos los imaginamos en blanco y negro, nos recuerda al Ciudadano Kane, de Orson Welles, o al Bogart de Casablanca.

Tal vez si William Shakespeare hubiera nacido en Avilés (como Bances Candamo), hubiese creado un Hamlet portuario, oceánico e intrépido a la medida de Pablo Castañón. Porque Pablo parece surgido para los personajes clásicos, profundos y rotundos. Aunque los contemporáneos no se le dan nada mal.

Con aire tímido, actitud humilde y gesto silencioso, a Pablo le gusta mirarse por dentro, como a Sam Shepard. Y siempre con una nota de fina e incisiva ironía, dándole un toque de humor a la vida y a la intepretación. Lleva el Cantábrico en sus ojos, y en su corazón, y cual navegante del renacimiento español, es un enamorado de Cádiz, adonde siempre regresa.

Recientemente ha sido Pelayo, en una singular representación para conmemorar el 1300 aniversario del Reino de Asturias, y allí, debajo del Puente Romano, y con la Cruz de la Victoria como testigo, volvió a poner toda su pasión dramática e identitaria sobre la escena. De momento, ostenta un récord: ha encarnado a dos personajes históricos de inconmensurable magnitud, que han cambiado el curso de la Historia, y los dos fueron asturianos, como él.

Es posible que el carbón y el acero tengan mucho que ver en la fuerza, en la pureza, en la perseverancia y en el espíritu luchador de Pablo.

Pelayo, Pedro Menéndez, Pablo Castañón: una terna que nos da que pensar… y es que… ¡Nada ocurre por casualidad!